“¿Quiénes son los que temen al Señor? Él les mostrará el sendero que deben elegir. Vivirán en prosperidad, y sus hijos heredarán la tierra. —SALMO 25:12–13
MUCHOS EN LA iglesia no comprenden el temor de Jehová. Esto es lamentable, porque constituye una parte fundamental para una vida cristiana triunfante. Isaías profetizó acerca de Jesús: “Él se deleitará en el temor del SEÑOR” (Is. 11:3, NVI). ¡Nosotros también deberíamos deleitarnos!
Su Palabra dice que el temor del Señor es el principio de la sabiduría y del conocimiento de Dios. (Vea Proverbios 1:7; 2:5; 9:10). Asimismo, prolongará nuestros días, porque Proverbios 10:27 dice: “El temor del Señor prolonga la vida, pero los años de los perversos serán truncados”. Se nos advierte que nadie verá al señor sin santidad, la cual es perfeccionada por el temor al Señor. (Vea Hebreos 12:14; 2 Corintios 7:1.) Y esto es solo una muestra de lo que la Biblia dice acerca de temer al Señor.
La única manera de caminar totalmente libres de intimidación es caminar en el temor del Señor. La Biblia dice: “Los que temen al Señor están seguros” (Pr. 14:26).
Esta seguridad o confianza produce el valor que necesitamos para caminar en los caminos de Dios y no en el de los hombres. Examinemos las diferencias entre el temor de Dios y el temor del hombre.
Primeramente, ¿qué es el temor de Dios?
El mismo comprende, pero no se limita a, respetarlo. Temerle significa darle la gloria, el honor, la reverencia, la gratitud, la alabanza y la preeminencia que merece. (Note que es lo que Él merece, no lo que nosotros creemos que merece).
Dios ocupa este lugar en nuestras vidas cuando lo estimamos a Él y a sus deseos por encima de los nuestros. Cuando tememos al Señor, aborrecemos lo que Él aborrece y amamos lo que Él ama, con temblor ante su presencia y su Palabra.
Por otra parte, temer al hombre es sentirse alarmado, ansioso, desconfiado, acobardado, con miedo y pavor ante los hombres mortales. Cuando este temor nos atrapa, vivimos escapando, escondiéndonos del peligro o del reproche, constantemente evitando el rechazo y la confrontación. Nos volvemos tan ocupados salvaguardando nuestras vidas y sirviendo al hombre que somos incompetentes en nuestro servicio a Dios. Por temor a lo que nos pueda hacer el hombre, no le damos a Dios lo que Él merece.
La Biblia nos dice: “El temor del hombre pondrá lazo” (Pr. 29:25, RVR60). Un lazo es una trampa. Temer a los hombres le roba la autoridad que Dios le ha dado, haciendo que sus dones permanezcan latentes dentro de usted. Se siente impotente para hacer lo correcto porque el poder de Dios que actúa en usted está inactivo.
La Palabra de Dios nos amonesta: “Escúchenme, ustedes que distinguen entre lo bueno y lo malo, ustedes que atesoran mi ley en el corazón. No teman las burlas de la gente, ni tengan miedo de sus insultos . . . ¿por qué les temes a simples seres humanos que se marchitan como la hierba y desaparecen? Sin embargo, has olvidado al Señor, tu Creador . . . ” (Is. 51:7, 12–13).
Cuando complacemos a los hombres para escaparnos del reproche, nos olvidamos del Señor. Nos alejamos de su servicio. Pablo dijo: “Si mi objetivo fuera agradar a la gente, no sería un siervo de Cristo” (Gl. 1:10).
¡Usted servirá y obedecerá a quien tema! Si teme al hombre, será su siervo. Si teme a Dios, entonces será su siervo. ¡No puede temer a Dios si teme al hombre, porque no puede servir a dos maestros! (Vea Mateo 6:24). Por otra parte, ¡no tendrá temor del hombre si teme a Dios!
QUITAR LOS OBSTÁCULOS
¿Tiene usted temor de Dios o ha quedado atrapado en el temor del hombre? Al acercarse hoy ante Dios en oración, comprométase firmemente a rechazar el temor del hombre y darle a Dios un lugar mayor de honor, gloria y agradecimiento en su vida. Al hacer esto, será más consciente de Él y aumentará el temor del Señor en su vida.
ORACIÓN
Padre celestial, deseo tu presencia en mi vida. Anhelo aprender más acerca de cómo temerte en cada área de mi vida. Abro mi corazón y te pido que llenes mi vida con tu amor y tu presencia. Quiero darte la honra que tú mereces con mis acciones y pensamientos. Protégeme y guárdame de la inclinación natural de temer al hombre a quien puedo ver. En cambio, que mi deleite sea temerte a ti, a quien no puedo ver físicamente, pero a quien amo servir y obedecer. Te pido que me enseñes el temor del Señor, porque es el principio de la sabiduría y del conocimiento de tu persona. Llévame paso por paso por el camino a tu presencia. Amén.
GUÍA PARA EL CAMINAR DIARIO
LUCAS 12