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LECCION 38 EL DENUEDO DE DIOS

“Pues Dios no nos ha dado un espíritu de temor y timidez sino de poder, amor y autodisciplina.

—2 TIMOTEO 1:7

¿ALGUNA SE HA sentido intimidado? El propósito de la intimidación es hacernos renunciar a nuestra autoridad, lo cual deja nuestros dones inoperantes. Entonces, nos reducimos a funcionar en nuestras propias fuerzas y habilidades limitadas. Por lo general, nuestra posición pasa de ser ofensiva a ser defensiva. Conscientes de nuestra vulnerabilidad, retrocedemos aún más a un lugar seguro y cómodo.

Por tanto, si la intimidación adormeció el don, ¿qué lo despierta? El valor. Pero, ¿puede una persona intimidada tomar valor?

El valor proviene de las virtudes del poder, del amor y de la sabiduría. El verdadero denuedo viene de Dios y se alimenta de la virtud divina. El valor que se alimenta del carácter de Dios despierta los dones en nuestras vidas.

Algunas personas carecen de virtud detrás de su valor. Saben qué tienen que decir y actúan con seguridad cuando se enfrentan con poca o ninguna oposición. Pero sus fuerzas no son profundas, sino superficiales. El rostro de su valor es una máscara para el orgullo, la arrogancia o la ignorancia. Sus raíces son superficiales y, al final, una tormenta lo suficientemente fuerte las dejará expuestas. Cuando hay buen clima, uno no puede ver cuán arraigado está el árbol. Sin embargo, cuando es sometido a los vientos de la adversidad, será desarraigado o bien demostrará su fuerza.

David conocía el poder de Dios porque conocía a Dios. Este valor le permitió a David cumplir su destino y gobernar con justicia. Veamos sus años de juventud.

David era el octavo hijo de Isaí de Belén. Sus tres hermanos mayores servían en el ejército bajo el reinado de Saúl. Los filisteos habían reunido sus ejércitos en contra de Israel. Su campeón “Goliat se detuvo y gritó mofándose de los israelitas: ‘¿Por qué salen todos ustedes a pelear? Yo soy el campeón filisteo, pero ustedes no son más que siervos de Saúl. ¡Elijan a un hombre para que venga aquí a pelear conmigo! Si me mata, entonces seremos sus esclavos; pero si yo lo mato a él, ¡ustedes serán nuestros esclavos!’” (1 S. 17:8–9).

Normalmente, los israelitas habrían considerado esta opción en vez de la guerra, pero Goliat no era un soldado común y corriente. De acuerdo con algunos relatos, medía más de diez pies (tres metros). A fin de ponerlo en perspectiva, mire cualquier aro de baloncesto. ¡Su cabeza habría medido un par de pulgadas por encima del borde!

Ahora bien, David, quien apacentaba las ovejas, fue enviado por su padre para llevarles provisiones a sus tres hermanos mayores. David debió haberse preguntado: “¿Acaso olvidaron quién está de nuestro lado? No nos está desafiando a nosotros, ¡sino a Dios!”.

David preguntó valientemente: “¿Quién es este filisteo pagano, al que se le permite desafiar a los ejércitos del Dios viviente?” (1 S. 17:26). Se palpaba en el aire la confrontación. El hermano de David, Eliab, lleno de orgullo y enojo, atacó a David en lugar del problema que afrontaba Israel.

Cuando una persona es intimidada, busca una salida, liberar la presión. Eliab acusó a David de ser orgulloso y perverso. Eliab pensó solo en sí mismo, y asumió que David era igual. No obstante, David era un hombre conforme al corazón de Dios. No era orgulloso sino humilde delante del Señor.

La gente que tiene una personalidad fuerte usará la intimidación para que una mentira parezca la verdad. Debe permanecer en el Espíritu para vencer la fuerza de tales ataques. Eliab, el mayor, parecía reunir las características de un gran líder y guerrero. Pero al igual que Dios le enseñó a Samuel: No juzgues por su apariencia o por su estatura . . .

El Señor no ve las cosas de la manera en que tú las ves. La gente juzga por las apariencias, pero el Señor mira el corazón” (1 S. 16:7). En nuestro camino a su presencia, el Señor examina nuestros corazones más que nuestras experiencias.

QUITAR LOS OBSTÁCULOS

Recientemente, ¿se ha sentido intimidado? Pídale a Dios que le muestre las situaciones en donde la intimidación está entorpeciendo sus dones. Recuerde, el valor en el Señor despierta los dones dados por Dios. Pídale a Dios que lo unja con denuedo fresco para romper las cadenas de la intimidación.

ORACIÓN

Señor, infunde mi vida con tu valor. Al igual que David, anhelo ser una persona conforme a tu corazón. Me propongo avanzar “en tu fuerza y poder, y ya no permanecer inactivo a causa de la intimidación. Elijo conquistar la intimidación, a fin de poder resplandecer con tu amor sobre mi familia, amigos, vecinos y compañeros de trabajo. Al caminar en el Espíritu de poder y valentía, usa mis talentos y dones para tu servicio. Enséñame a amarte y temerte solo a ti. En el nombre de Jesús, amén.

GUÍA PARA EL CAMINAR DIARIO

1 Samuel 17