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LECCION 37 EL TEMOR SANTO ES PROBADO

“Tiempo después, Dios probó la fe de Abraham. —¡Abraham! —lo llamó Dios.
—Sí —respondió él—, aquí estoy.
—Toma a tu hijo, tu único hijo —sí, a Isaac, a quien tanto amas— y vete a la tierra de Moriah.

Allí lo sacrificarás como ofrenda quemada sobre uno de los montes, uno que yo te mostraré.

—GÉNESIS 22:1–2

CUANDO ABRAHAM TENÍA noventa y nueve años de edad, su esposa concibió y dio a luz al hijo de la promesa, Isaac. ¿Puede imaginarse el gozo que Abraham y Sara habrán experimentado, después de esperar por tantos años? ¿Puede imaginarse el amor que habrán sentido por este hijo prometido? Pasó el tiempo y esta relación de padre e hijo se volvió cada vez más cercana. La vida de este niño significaba más para Abraham que su propia vida. Su gran riqueza se reducía a nada comparada con el gozo de este hijo. Nada significaba más para Abraham que el hijo preciado que Dios le había concedido. Entonces Dios probó a Abraham como se relata en Génesis 22:1–2.

¿Puede imaginarse la sorpresa de Abraham al oír estas palabras? Nunca habría soñado que Dios le pediría que hiciera algo tan difícil. Estaba perplejo. Su relación de padre e hijo era tan unida. Después de todos los años que esperaron por este preciado joven, Dios le había pedido más que incluso la propia vida de Abraham; le había pedido su corazón. Carecía de sentido.

Pero Abraham sabía que Dios no se equivocaba. No podía negarse aquello que Dios ya había manifestado.

Solo existían dos alternativas para un hombre de pactos: obedecer o romper el pacto. Romper su pacto no era ni siquiera una consideración para este hombre de fe, porque estaba realmente inmerso en el temor santo.

Hoy sabemos que fue una prueba, pero Abraham no lo sabía. Casi nunca nos damos cuenta de que Dios nos está probando hasta que pasamos al otro lado. Quizá sea posible hacer trampa en una prueba en la universidad, pero nadie puede hacer trampa en las pruebas que Dios toma. Si no hemos estudiado ni hecho nuestra tarea al purificar nuestros corazones y lavar nuestras manos, no seremos capaces de aprobar las pruebas de Dios, ¡sin importar cuán inteligente seamos!

Si los descendientes de Abraham hubieran sabido el desenlace de lo que Dios estaba haciendo en el desierto de la prueba, habrían respondido diferente. Abraham tenía algo distinto en su corazón, algo que sus descendientes carecían.

QUITAR LOS OBSTÁCULOS

¿Alguna vez Dios le ha pedido que entregue un sueño o un deseo en sus manos? Es un testimonio de nuestra fe cuando confiamos en Dios por su guía y plan supremo para nuestras vidas.

ORACIÓN

Señor, aunque no me hayas pedido que sacrificara a mi único hijo, como hiciste con Abraham, me doy cuenta de que he entregado ciertos sueños y deseos ante ti. Gracias por el ejemplo de Abraham y su confianza permanente, incluso cuando no veía ningún resultado. Al igual que Abraham, por momentos se siente como si estuviera en un compás de espera mientras aguardo el cumplimiento de mis sueños. Enséñame durante los tiempos de espera, mediante el temor al Señor y la revelación continua de tu amor. Elijo verlos como una oportunidad y un tiempo para demostrar mi confianza en ti. Anhelo servirte cada día. Sé que tus planes para mi vida son perfectos. Revélalos a mi vida en tu tiempo perfecto. En el precioso nombre de Jesús, amén.

GUÍA PARA EL CAMINAR DIARIO

Génesis 22