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LECCION 9 DISPUESTOS A OBEDECER LA PALABRA DE DIOS

[edgtf_button type=”simple” text=”“Con mis manos hice tanto el cielo como la tierra; son míos, con todo lo que hay en ellos. ¡Yo, el Señor, he hablado! Bendeciré a los que tienen un corazón humilde y arrepentido, a los que tiemblan ante mi palabra. Pero a los que escojan sus propios caminos y se deleiten en sus pecados detestables, no les aceptaré sus ofrendas. —ISAÍAS 66:2–3″ target=”_self” icon_pack=”” font_weight=”” text_transform=””]

¿CUÁNTO TEME A Dios y cómo responde ante su autoridad? La Biblia dice que aquel que teme a Dios tiembla ante su palabra y en su presencia. (Is. 66:2; Jer. 5:22). Se puede resumir este concepto en una declaración: temer a Dios significa estar dispuestos a obedecerle, incluso cuando parezca más provechoso transigir o no obedecer su Palabra.

Nuestros corazones deben estar firmemente establecidos en el hecho de que Dios es bueno. El hombre que teme a Dios sabe esto porque conoce el carácter de Dios. Por ello puede acercarse a Dios incluso cuando otros podrían retroceder atemorizados.

Las adversidades que Israel enfrentó expusieron lo que había dentro de sus corazones. Los hijos de Israel obedecían la Palabra de Dios siempre y cuando experimentaran un provecho inmediato para sí mismos. Pero tan pronto sufrían o ya no podían ver las bendiciones, perdían de vista a Dios y comenzaban a quejarse con amargura.

Durante siglos Israel había orado y clamado para ser libre de los opresores egipcios. Dios los oyó y envió a su libertador, Moisés.

[edgtf_button type=”outline” text=”“El Señor le dijo a Moisés: “Así que he descendido para librarlos del poder de los egipcios y sacarlos de ese país, para llevarlos a una tierra buena y espaciosa, tierra donde abundan la leche y la miel” (Exodo. 3:8, NVI).” target=”_self” icon_pack=”” font_weight=”” text_transform=””]

Moisés proclamó las palabras de Dios ante el faraón, diciendo: “Deja ir a mi pueblo”. Sin embargo, la respuesta del faraón fue aumentar sus sufrimientos. Ya no se les proveería paja para la producción de su ya abrumante cuota de ladrillos. Los israelitas tendrían que espigar por la noche y trabajar durante el día. No disminuyó la cantidad total de ladrillos que se les demandaba aunque ya no se les daba la paja. La palabra de liberación de Dios solo había aumentado sus sufrimientos. Se quejaron por el peso de esta opresión y le dijeron a Moisés: “Déjanos en paz y no hables más con faraón. Estás provocando que tengamos una vida peor.

Cuando Dios finalmente los libró de Egipto, el corazón de faraón se volvió a endurecer, y siguió a los israelitas con toda la caballería y carros y todo su ejército. Cuando los hebreos se encontraron con los egipcios persiguiéndolos y a sus espaldas el mar Rojo, se volvieron a quejar.

[edgtf_button type=”outline” text=”“¿No te dijimos que esto pasaría cuando aún estábamos en Egipto? Te dijimos: ‘¡Déjanos en paz! Déjanos seguir siendo esclavos de los egipcios. ¡Es mejor ser un esclavo en Egipto que un cadáver en el desierto! (Éxodo. 14:12).” target=”_self” icon_pack=”” font_weight=”” text_transform=””]

En esencia, estaban diciendo: “¿Por qué deberíamos obedecer a Dios cuando solo hace que nuestras vidas sean más miserables? Estamos peor, no mejor”. Se apresuraron a comparar su antiguo estilo de vida con su condición actual. Deseaban la comodidad por encima de la obediencia a la voluntad de Dios.

“¡Valla, cuánto carecían del temor de Dios! No temblaban ante su palabra.

Dios dividió el mar, y los hijos de Israel cruzaron en tierra seca y vieron a sus opresores quedar enterrados. Celebraron la bondad de Dios, danzaron y alabaron delante de Él. Estaban seguros de que no volverían a dudar de su bondad. Pero no conocían sus propios corazones. Otra prueba acontecería la cual una vez más expondría su infidelidad. Apenas tres días después volverían a quejarse contra Dios porque no querían aguas amargas, sino dulces. (Vea Éxodo 15:22–25.)

¿Cuán a menudo hacemos lo mismo? Queremos palabras suaves y gratas cuando las amargas son las que necesitamos para ser limpios de las impurezas. Necesitamos permanecer firmes en nuestra obediencia a Dios y a su Palabra, incluso cuando no parece ser el camino natural o agradable.

QUITAR LOS OBSTÁCULOS

¿Alguna vez se ha quejado, diciendo: “Sería mejor para mí si”? Piense detenidamente en cada circunstancia desagradable de su vida. Con un espíritu contrito y humillado, agradézcale a Dios por cada una de ellas. Permanezca firme en su obediencia a Dios, ya que conduce a la leche y miel de las bendiciones de Dios.

ORACIÓN

Señor, elijo ser alguien que tiemble ante tu Palabra y quien te obedezca de continuo. Al considerar mis acciones, me doy cuenta de que he anhelado regresar a los días cuando la vida era menos complicada. Me he comportado como los hijos de Israel al pensar en Egipto y desear regresar a un falso recuerdo.

“Gracias por mi pasado. Usa esas lecciones de vida para acercarme más a ti hoy y en los días venideros. Enséñame a seguirte y de ese modo desarrollar mi intimidad contigo. Si caigo, levántame y llévame por el camino de la intimidad y de la obediencia. En el nombre poderoso de Jesús, amén.

GUÍA PARA EL CAMINAR DIARIO

Números 13–14