EL MUNDO QUIERE que desarrolle su “ego”. Lo tienta a edificar su vida, su negocio o su ministerio con sus propios ladrillos, por medio de la fuerza de su personalidad, programas mundanos y técnicas inteligentes. También lo tienta a construir utilizando la manipulación o a ejercer el control a través de la intimidación. Pero si usted adula para ganar una posición o edifica perjudicando a otros con críticas o habladurías, entonces todo lo que haya obtenido, lo perderá. Aquello que haya construido será destruido.
Pablo escribió: “Dejen de engañarse a sí mismos. Si piensan que son sabios de acuerdo con los criterios de este mundo, necesitan volverse necios para ser verdaderamente sabios. Pues la sabiduría de este mundo es necedad para Dios. Como dicen las Escrituras:
El foco de la sabiduría de este mundo está puesto en el yo.
A los ojos de Dios, toda área de su vida en donde sus intenciones sean egoístas es considerada como la madera, el heno o la paja. Sin importar cuánto pueda parecer que ayuda a otros u opera en el nombre del Señor o el tiempo invertido que sacrificó, todo se quemará.
La envidia produce rivalidad en la Iglesia, y el temor que causa provoca división. Comenzamos a ocupar nuestras “posiciones de poder” a fin de mantener nuestro dominio seguro. Esta postura puede costarnos nuestros amigos, nuestra integridad o, más importante aún, nuestra relación con Dios. Incluso los ministros suelen dejarse llevar por las posiciones, títulos o salarios en detrimento de buscar el corazón de Dios a favor del pueblo. Estas cargas ahogan el amor de los líderes por el pueblo de Dios, y causan que los ministros se vuelvan egoístas. Tales ministros se esfuerzan por ser exitosos para llenar los vacíos que solo Dios puede llenar.
Muchos, no obstante, buscan el corazón de Dios. Cuanto más lo buscan, más parecen menguar. Claman “Señor, cuanto más te busco, más disminuyo y menos me enaltezco”. Pero Él les responde: “Cava más profundo”.
Dios separa a quienes esperan en Él de aquellos que edifican con las herramientas de la “publicidad” o “programas”. Dios levantará a aquellos que estén mirando y esperando su venida a su templo. Dios dice:
Al continuar por el camino a su presencia, nuestro yo debe menguar a fin de que Dios pueda ser levantado. Durante los próximos cinco días, examinaremos cómo las acciones egoístas constituyen obstáculos en la intimidad con el Señor. En las páginas siguientes, aprenderá a llenar su mente y corazón con más de Dios y menos de usted. Este proceso es significativo y constituye otro paso para acercarnos a la intimidad con el Señor por el camino a su presencia.