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LECCION 27 PERMANEZCA OBSTINADO O DEJE QUE SU VOLUNTAD SEA QUEBRADA

[edgtf_button type=”simple” text=”Cualquiera que tropiece con esa piedra se hará pedazos, y la piedra aplastará a quienes les caiga encima. —MATEO 21:44″ target=”_self” icon_pack=”” font_weight=”” text_transform=””]

JESÚS ES LA piedra de tropiezo, y su proceso de quiebre puede compararse con la de un domador de caballos de guerra. Un caballo no está preparado para la batalla hasta que su voluntad sea quebrada. Aunque pueda ser más fuerte, más ágil y más dotado que los otros caballos, no sirve hasta que su voluntad sea subyugada. Ser quebrado no significa volverse más débil, sino que su voluntad está completamente sujeta a la voluntad de su maestro. En el caso del caballo, su maestro es el jinete. Si al caballo se lo quiebra y se lo doma, se puede incluso confiar en él en la guerra. En el fragor de la batalla, cuando las flechas o las balas vuelen, este animal no se asustará. Aunque en la guerra se levanten hachas, espadas y pistolas, no se desviará de los deseos de su maestro. Permanecerá firmemente sujeto a su jinete, sin intentar protegerse o beneficiarse a sí mismo.

Este proceso de quiebre es único en cada individuo y el Señor mismo lo determina. Él es el único que conoce cuando este proceso llega a su fin. Recuerdo este proceso de quiebre en mi vida. Muy a menudo, creía plenamente que estaba listo y preparado para servir. Declaraba con confianza: “Me someto por completo a tu autoridad.

Sé que estoy preparado para el ministerio al cual me has llamado”. No obstante, el sabio de corazón sabía que mi voluntad no había sido quebrada todavía. Desde luego, pasaría por otra prueba, y todo ese tiempo luché por mis derechos.”

Al igual que con los caballos, nuestro proceso de quiebre trata con la sujeción a la autoridad. La misma puede ser la autoridad directa de Dios o la autoridad delegada. No importa, pues toda autoridad proviene de Él (Ro. 13:1–2). Dios conoce el proceso perfecto para cada uno de nosotros.

Dios levantó a dos reyes que ilustran este proceso de quiebre: Saúl y David. Saúl representaba la voluntad del pueblo en un rey, reflejando con exactitud aquello por lo cual sus corazones rebeldes clamaban. Saúl nunca pasó por un proceso de quiebre. Su vida constituye un ejemplo trágico de un hombre inquebrantable a quien se le dio autoridad y poder. Saúl usó su autoridad y los dones dados por Dios para promover sus propios intereses.

Por otra parte, David fue la elección de Dios. Pasó por muchos años de rendición y preparación. La mayoría de la mano de su líder corrupto, el rey Saúl, la autoridad bajo la cual Dios había puesto a David. Atravesó pruebas severas, pero cuando Dios vio que su vaso fue quebrado y rendido, le dio autoridad. A pesar de los errores cometidos, David siempre permaneció sensible y fiel a la autoridad de Dios.

Por el contrario, Saúl obedecía a Dios cuando se ajustaba a sus planes, pero mantenía su dominio cuando no le convenía. Cumplía la palabra del Señor pero sin dejar de lado sus propias motivaciones. Saúl fue confrontado por el profeta Samuel a causa de su desobediencia y lo reprendió con estas palabras: “Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación” (1 S. 15:23, RVR60).

“¿Por qué se compara la obstinación con la idolatría? La obstinación es la insubordinación directa a la autoridad de Dios. Una persona decide que él es su propio maestro y por lo tanto le sirve al ídolo de la voluntad propia.”

Nuestra sociedad democrática es un terreno fértil para la insubordinación. A causa de ello, hemos perdido de vista qué significa sujetarse a la autoridad. La sujeción genuina nunca flaquea. Sin embargo, hoy solo nos sujetamos cuando estamos de acuerdo. Si la autoridad va en contra de nuestra voluntad o dirección, desobedecemos o continuamos de mala gana hasta que una mejor opción se presente. Esto nos vuelve especialmente vulnerables a los ministerios falsos y engañosos.

QUITAR LOS OBSTÁCULOS

Al rendir nuestra voluntad al Señor, Él moldea nuestras actitudes y nos protege contra los dardos de fuego de Satanás. ¿Existe alguna área en su vida por la cual se resiste a entregársela a Dios? ¿Le entrega sus cargas al Señor e inmediatamente después las vuelve a tomar? Teme el compromiso de servirle a Dios por completo y en total sujeción.

ORACIÓN

Señor mi Dios, he luchado contra este concepto de quebrantamiento y hallado una seguridad falsa en mi falta de sujeción. Admito que he sido obstinado al tratar de manejarme según mi propio poder. Me he apartado de tu autoridad he intentado enfrentar las situaciones en mis propias fuerzas. Perdóname por “tener un corazón obstinado y por no acercarme a ti ante cada necesidad. Te pido por el poder de tu Espíritu que me enseñes sobre la sujeción y el quebrantamiento. Al transitar por el camino a tu presencia, anhelo ser un vaso preparado para servirte. Como parte de ese proceso de preparación, reconozco que el quebrantamiento constituye una parte del camino. Estoy dispuesto, y en tus manos entrego mi vida. Gracias por tu dulzura y tu amor. Amén.

GUÍA PARA EL CAMINAR DIARIO

Mateo 8:5–13; Romanos 13