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LECCION 24 UNA NUEVA GENERACION PARA REFLEJAR LA GLORIA DE DIOS

EL PROFETA MALAQUÍAS escribió lo siguiente en el último libro del Antiguo Testamento:

“¡Miren! Yo envío a mi mensajero y él preparará el camino delante de mí. Entonces el Señor al que ustedes buscan vendrá de repente a su templo. El mensajero del pacto a quien buscan con tanto entusiasmo, sin duda vendrá”, dice el Señor de los Ejércitos Celestiales.

[edgtf_button type=”simple” text=”“Pero ¿quién será capaz de soportar su venida? ¿Quién podrá mantenerse de pie y estar cara a cara con él cuando aparezca? Pues él será como un fuego abrasador que refina el metal o como un jabón fuerte que blanquea la ropa. Se sentará como un refinador de plata y quemará la escoria. Purificará a los levitas, refinándolos como el oro y la plata, para que vuelvan a ofrecer sacrificios aceptables al Señor”. —MALAQUÍAS 3:1–3″ target=”_self” icon_pack=”” font_weight=”” text_transform=””]

Dios está levantando a una generación de personas que manifestarán su gloria, no la propia; un pueblo hecho a su imagen, que camine conforme a su carácter. La Palabra dice:

[edgtf_button type=”outline” text=”“Pero en una casa grande, no solamente hay utensilios de oro y de plata, sino también de madera y de barro; y unos son para usos honrosos, y otros para usos viles. Así que, si alguno se limpia de estas cosas, será instrumento para honra, santificado, útil al Señor, y dispuesto para toda buena obra” (2 Ti. 2:20–21, RVR60).” target=”_self” icon_pack=”” font_weight=”” text_transform=””]

Note que hay dos tipos de utensilios, unos honrosos y otros deshonrosos. El término griego para deshonra, atimia, se define como “deshonra, reproche, vergüenza, vil”.

La palabra griega para honra es time, la cual significa “precioso”. A través del proceso de purificación o limpieza, nuestras vidas son refinadas y libres de impurezas. Pablo habla sobre el oro y la plata, cuyos procesos de refinación presentan similitudes. A fin de simplificar, analicemos brevemente el oro.

El oro tiene un color dorado hermoso y emite un suave brillo metálico. Está repartido ampliamente en la naturaleza, pero siempre se consigue en pequeñas cantidades. Raramente se halla el oro en un estado puro. En dicho estado el oro es suave, flexible y sin corrosión u otras sustancias. Si comparamos nuestras vidas con Dios, un corazón puro delante de Dios es como el oro puro.

El oro se purifica a través del fuego consumidor, y la escoria o las impurezas son removidas. El apóstol Pedro habló acerca de este proceso de refinación en nuestras vidas mientras aprendemos sobre el carácter de Dios:

[edgtf_button type=”outline” text=”“Así que alégrense de verdad. Les espera una alegría inmensa, aunque tienen que soportar muchas pruebas por un tiempo breve. Estas pruebas demostrarán que su fe es auténtica. Está siendo probada de la misma manera que el fuego prueba y purifica el oro, aunque la fe de ustedes es mucho más preciosa que el mismo oro. Entonces su fe, al permanecer firme en tantas pruebas, les traerá mucha alabanza, gloria y honra en el día que Jesucristo sea revelado a todo el mundo” (1 P. 1:6–7).” target=”_self” icon_pack=”” font_weight=”” text_transform=””]

A través de las pruebas y las tribulaciones pasamos por el fuego purificador de Dios. El calor de este fuego separa nuestras impurezas del carácter de Dios en nuestras vidas.

Al entrar en la presencia de Dios, el Señor cambiará nuestro carácter para reflejar el de Jesús. Durante los próximos cinco días por el camino a su presencia, medio de la obediencia, veremos que ocurre una transformación que muchos anhelan pero que no pueden obtener en sus propias fuerzas.

El mayor beneficio será que desarrollaremos una relación más íntima con Dios. Demos vuelta la página y continuemos nuestro viaje.