EL PROFETA MALAQUÍAS escribió lo siguiente en el último libro del Antiguo Testamento:
“¡Miren! Yo envío a mi mensajero y él preparará el camino delante de mí. Entonces el Señor al que ustedes buscan vendrá de repente a su templo. El mensajero del pacto a quien buscan con tanto entusiasmo, sin duda vendrá”, dice el Señor de los Ejércitos Celestiales.
Dios está levantando a una generación de personas que manifestarán su gloria, no la propia; un pueblo hecho a su imagen, que camine conforme a su carácter. La Palabra dice:
Note que hay dos tipos de utensilios, unos honrosos y otros deshonrosos. El término griego para deshonra, atimia, se define como “deshonra, reproche, vergüenza, vil”.
La palabra griega para honra es time, la cual significa “precioso”. A través del proceso de purificación o limpieza, nuestras vidas son refinadas y libres de impurezas. Pablo habla sobre el oro y la plata, cuyos procesos de refinación presentan similitudes. A fin de simplificar, analicemos brevemente el oro.
El oro tiene un color dorado hermoso y emite un suave brillo metálico. Está repartido ampliamente en la naturaleza, pero siempre se consigue en pequeñas cantidades. Raramente se halla el oro en un estado puro. En dicho estado el oro es suave, flexible y sin corrosión u otras sustancias. Si comparamos nuestras vidas con Dios, un corazón puro delante de Dios es como el oro puro.
El oro se purifica a través del fuego consumidor, y la escoria o las impurezas son removidas. El apóstol Pedro habló acerca de este proceso de refinación en nuestras vidas mientras aprendemos sobre el carácter de Dios:
A través de las pruebas y las tribulaciones pasamos por el fuego purificador de Dios. El calor de este fuego separa nuestras impurezas del carácter de Dios en nuestras vidas.
Al entrar en la presencia de Dios, el Señor cambiará nuestro carácter para reflejar el de Jesús. Durante los próximos cinco días por el camino a su presencia, medio de la obediencia, veremos que ocurre una transformación que muchos anhelan pero que no pueden obtener en sus propias fuerzas.
El mayor beneficio será que desarrollaremos una relación más íntima con Dios. Demos vuelta la página y continuemos nuestro viaje.