CUANDO LOS HERMANOS de José lo vendieron como esclavo, probablemente nunca haya cruzado por su mente que sus sufrimientos y adversidades eran parte del proceso de preparación de Dios. José estaba aprendiendo obediencia, y sus hermanos fueron instrumentos claves en las manos de Dios.
Quizá José haya considerado sus sueños como una confirmación del favor de Dios sobre su vida. No había aprendido aún que la autoridad es dada para servir, no para distinguir a un individuo. Por lo general, en tales períodos de preparación nos concentramos en la imposibilidad de nuestras circunstancias en lugar de en la grandeza de Dios. Como consecuencia, nos desanimamos y sentimos la necesidad de culpar a otros, así que buscamos a quien creemos responsable de nuestro desánimo. Cuando nos enfrentamos al hecho de que Dios pudo haber evitado todo nuestro caos—y no lo hizo—solemos echarle la culpa.
Quizá, en la mente de José resonaban estas palabras: “He vivido conforme a lo que conozco de Dios. No he transgredido sus estatutos o carácter. Solo estaba contando un sueño que Dios mismo me dio. ¿Y cuál es el resultado? ¡Mis hermanos me traicionan y me venden como esclavo! Mi padre cree que estoy muerto, así que nunca vendrá a Egipto a buscarme. Para José, la cuestión principal eran sus hermanos. Ellos lo habían arrojado a este calabozo. ¿Cuán a menudo caemos en la misma trampa de echarle la culpa a los demás? Por ejemplo:
La lista es interminable. Es fácil culpar a alguien más por sus problemas. Quisiera enfatizar el siguiente punto: absolutamente ningún hombre, mujer, niño o demonio podrá apartarlo del plan de Dios para su vida. Si se aferra a esta verdad, lo hará libre.
Solamente una persona puede apartarlo de la voluntad de Dios, “¡y ese es usted!”
Dios sustenta su destino. Los hermanos de José se esforzaron por destruir la visión que Dios le había dado. Creyeron que habían terminado con la visión de José y querían acabar con toda posibilidad de que alguna vez lo lograra. Pero en el plan de Dios,
José gobernaba Egipto. ¿Y los hermanos?”
“¡Irónicamente, los hermanos de José se convirtieron en los patriarcas de Israel! Dios le había prometido a Abraham que de ellos nacería una nación. ¡A raíz de uno de ellos, vendría el Señor Jesús!
José mantuvo su corazón libre de ofensas, y los planes de Dios se cumplieron en su vida y también en las vidas de sus hermanos. Al experimentar la vida y avanzar por el camino a su presencia, podemos tener la confianza de que los planes que Dios tiene para nosotros son imposibles de enumerar. Con esta confianza, podemos enfrentar el futuro y dejar atrás el pasado.”
QUITAR LOS OBSTÁCULOS
“¿Culpa a los demás—o incluso a Dios—por sus dificultades presentes? ¿Cuán responsable es por sus propios fracasos o acciones en el pasado? ¿Cuán responsable es por su futuro?
ORACIÓN
“Señor, tú estás por encima de los tiempos, donde no hay pasado, presente ni futuro. Has visto mis pasos y mis experiencias del pasado. Ahora toma esas experiencias y úsalas en mi vida. Quiero que esas experiencias pasadas moldeen y transformen mi vida, a fin de que pueda ser más como Jesús. Si he intentado echarle la culpa a alguien, a algo o a alguna situación por mis circunstancias actuales, me equivoqué y confieso mi error en esta área. Te pido que reveles tus planes para mi vida y que tenga el valor diario para seguir tu voluntad. Gracias por tu cuidadosa guía. En el nombre de Jesús, amén.
“Señor, tú estás por encima de los tiempos, donde no hay pasado, presente ni futuro. Has visto mis pasos y mis experiencias del pasado. Ahora toma esas experiencias y úsalas en mi vida. Quiero que esas experiencias pasadas moldeen y transformen mi vida, a fin de que pueda ser más como Jesús. Si he intentado echarle la culpa a alguien, a algo o a alguna situación por mis circunstancias actuales, me equivoqué y confieso mi error en esta área. Te pido que reveles tus planes para mi vida y que tenga el valor diario para seguir tu voluntad. Gracias por tu cuidadosa guía. En el nombre de Jesús, amén.
GUÍA PARA EL CAMINAR DIARIO
Salmo 37