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LECCION 19 ENFRENTAR EL PASADO CON ESPERANZA RENOVADAS PARA EL FUTURO

NUESTRO PASADO SUELE determinar quiénes somos. Nuestro entorno, nuestra vida familiar, nuestra educación y nuestro caminar con el Señor contribuyen a delinear nuestra identidad. Por la gracia de Dios, no tenemos que estar anclados en el pasado. Por medio del poder del Espíritu de Dios, podemos avanzar en el presente con esperanzas renovadas para nuestro futuro.

En el libro de Isaías, el Señor relata los asombrosos milagros que ejecutó para los hijos de Israel cuando escaparon de la esclavitud de Egipto. Luego, declara:

[edgtf_button type=”outline” text=”“Pero olvida todo eso; no es nada comparado con lo que voy a hacer. Pues estoy a punto de hacer algo nuevo. ¡Mira, ya he comenzado! ¿No lo ves? Haré un camino a través del desierto; crearé ríos en la tierra árida y baldía” (Is. 43:18–19, énfasis añadido).” target=”_self” icon_pack=”” font_weight=”” text_transform=””]

El Señor anhela hacer algo nuevo en nuestras vidas. Todavía no hemos conocido a Dios tan íntimamente como Él nos conoce. Pablo describió esta relación:

[edgtf_button type=”outline” text=”“Así que, todos nosotros, a quienes nos ha sido quitado el velo, podemos ver y reflejar la gloria del Señor. El Señor, quien es el Espíritu, nos hace más y más parecidos a él a medida que somos transformados a su gloriosa imagen” (2 Co. 3:18).” target=”_self” icon_pack=”” font_weight=”” text_transform=””]

En la medida en que crecemos en nuestro conocimiento de Dios, escapamos de nuestro pasado oscuro y comenzamos a reflejar los deseos de Dios para nuestras vidas.

Sus verdades transformadoras no suelen ser las más fáciles de aceptar. Estas desafían nuestros patrones de comodidad. Por lo general, resulta difícil renunciar a estos patrones una vez que se hayan establecido. Las verdades de Dios también colisionan con las fortalezas y tradiciones religiosas, las cuales se forman desde una temprana edad y permanecen muy arraigadas.

No todas las tradiciones son malas, pero cuando una persona responde simplemente por tradición y no lo hace de corazón, estará viviendo formalidades sin vida. Un hombre con un espíritu religioso es aquel que posee una apariencia de santidad y se aferra a lo que Dios hizo en el pasado, resistiendo aquello que Dios está haciendo en el presente.

Los fariseos en el tiempo de Jesús tenían este tipo de comportamiento. Se jactaban de que eran hijos de Abraham e hijos del pacto. Decían ser discípulos de Moisés. Atados al pasado, resistieron al Hijo de Dios quien caminaba en medio de ellos. Eran celosos de sus tradiciones y estilo de adoración. Pero cuando vino Jesús, Él desafió cada zona de confort. El Señor Jesús los hizo darse cuenta de que Dios no iba a caber en sus cajas; ellos tendrían que caber en la suya. Se resistieron al cambio y se aferraron a sus tradiciones. Un espíritu religioso produce una actitud elitista, la cual resultará en prejuicio y finalmente en odio y traición si no se le pone freno.

A fin de poder cambiar y hacer la transición de un nivel de gloria al siguiente, debemos estar dispuestos a dejar nuestras zonas de confort e ir en pos del camino del Espíritu del Señor. Este camino hará brotar una vida nueva.

Estamos emocionados por las verdades que Dios le revelará al estudiar las escrituras.

Las mismas le proporcionarán algunos nuevos conocimientos acerca de soltar las ataduras de su pasado y confiar en Dios por el presente y el futuro. Aunque pueda estar pasando por circunstancias que a los ojos del hombre son imposibles, aférrese a la promesa de Dios que Jesús declaró:

[edgtf_button type=”outline” text=”“Con Dios, todo es posible” (Marcos 10:27).” target=”_self” icon_pack=”” font_weight=”” text_transform=””]