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LECCION 17 CANCELACION DE SU DEUDA

[edgtf_button type=”simple” text=”Luego Pedro se le acercó y preguntó: —Señor, ¿cuántas veces debo perdonar a alguien que peca contra mí? ¿Siete veces? —No siete veces —respondió Jesús—, sino setenta veces siete. —MATEO 18:21–22″ target=”_self” icon_pack=”” font_weight=”” text_transform=””]

EN ESTOS VERSÍCULOS, Jesús arroja más luz sobre la atadura de la falta de perdón y las ofensas. Les enseñaba a sus discípulos cómo reconciliarse con un hermano quien los había ofendido.

Cuando Pedro sugirió perdonar una ofensa siete veces, creyó que estaba siendo generoso. A Pedro le gustaba llevar las cosas al extremo. En el monte de la Transfiguración, este discípulo le dijo a Jesús:

[edgtf_button type=”outline” text=”“Señor, ¡qué bien que estemos aquí! Si quieres, levantaré tres albergues: uno para ti, otro para Moisés y otro para Elías” (Mt. 17:4, NVI).” target=”_self” icon_pack=”” font_weight=”” text_transform=””]

Ahora pensaba que se estaba mostrando magnánimo: “Impresionaré al Maestro con mi buena disposición para perdonar siete veces.

Sin embargo, recibió una respuesta impactante. Jesús arrasó con lo que Pedro consideraba generoso.

[edgtf_button type=”outline” text=”No siete veces— respondió Jesús—, sino setenta veces siete” (Mt. 18:22).” target=”_self” icon_pack=”” font_weight=”” text_transform=””]

En otras palabras, perdona como Dios perdona, sin límites.

Después Jesús contó una parábola para enfatizar su punto. “Por lo tanto, el reino del cielo se puede comparar a un rey que decidió poner al día las cuentas con los siervos que le habían pedido prestado dinero. En el proceso, le trajeron a uno de sus deudores que le debía millones de monedas de plata” (Mt. 18:23–24).

Jesús estaba enfatizando que este siervo debía una deuda imposible de pagar. Leemos:

[edgtf_button type=”outline” text=”“No podía pagar, así que su amo ordenó que lo vendieran —junto con su esposa, sus hijos y todo lo que poseía— para pagar la deuda. El hombre cayó de rodillas ante su amo y le suplicó: ‘Por favor, tenme paciencia y te lo pagaré todo’. Entonces el amo sintió mucha lástima por él, y lo liberó y le perdonó la deuda” (Mt. 18:25–27).” target=”_self” icon_pack=”” font_weight=”” text_transform=””]

El rey representa a Dios el Padre, quien le perdonó a este siervo una deuda que le era imposible de pagar. La deuda que se nos perdonó era impagable. No había manera de que alguna vez pudiéramos pagarle a Dios lo que le debíamos. Nuestro pecado era apabullante. Así que Dios dio la salvación como un regalo. Jesús pagó el certificado de deuda en nuestra contra. Podemos ver el paralelismo entre la relación de este siervo con su rey y nuestra relación con Dios.

[edgtf_button type=”outline” text=”Pero cuando el hombre salió de la presencia del rey, fue a buscar a un compañero, también siervo, que le debía unos pocos miles de monedas de plata. Lo tomó del cuello y le exigió que le pagara de inmediato. El compañero cayó de rodillas ante él y le rogó que le diera un poco más de tiempo. “Ten paciencia conmigo, y yo te pagaré”, le suplicó. Pero el acreedor no estaba dispuesto a esperar. Hizo arrestar al hombre y lo puso en prisión hasta que pagara toda la deuda. —MATEO 18:28–30″ target=”_self” icon_pack=”” font_weight=”” text_transform=””]

Uno de sus compañeros, también siervo, le debía una suma razonable de dinero, unos pocos miles de dólares. Pero recuerde que a este hombre se le había perdonado una deuda de millones. ¡Eso es más dinero del que podríamos ganar en toda una vida!

Las ofensas que cometimos en contra de otros, comparadas con nuestras ofensas contra Dios, son como unos pocos miles de dólares contra un millón. Quizá alguien nos maltrató, pero no se compara con nuestras transgresiones contra Dios. La persona que no puede perdonar se ha olvidado de la gran deuda que le ha sido perdonada. Cuando se da cuenta de que Jesús lo libró de la muerte y tormentos eternos, perdonará a otros de manera incondicional. Si usted encuentra difícil conceder el perdón, piense en la realidad del infierno y en el amor de Dios que lo libró del mismo.

QUITAR LOS OBSTÁCULOS

¿Está usted guardando ofensas en su corazón ocasionadas por parientes, vecinos o amigos? Tome algunos momentos y medite sobre las consecuencias de la falta de perdón y de llevar las ofensas de otros. Entregue esas ofensas y su resentimiento en las manos de Dios.

ORACIÓN

Señor, admito que algunas veces se ha sentido bien guardar resentimientos en mi corazón y no perdonar a mi prójimo. He querido que se sientan mal por las heridas causadas. Sin embargo, en mi corazón sé que la falta de perdón no es el camino correcto. Dame un entendimiento mayor acerca de la gran cancelación de mi deuda y de la limpieza de mis propios pecados por medio de Jesús. Gracias por perdonar una deuda que me es imposible pagar. Ahora dame esta medida de tu gracia para perdonar con un corazón amoroso y libre a todo aquel que me ofenda.

Te pido por el poder de tu Espíritu que invadas mi vida a cada instante.

Enséñame cómo perdonar a otros. Quiero celebrar hoy tu verdad en mi vida. En el nombre de Jesús, amén.

GUÍA PARA EL CAMINAR DIARIO

Mateo 18; 1 Corintios 6