“Oh Dios, tú eres mi Dios; de todo corazón te busco y he contemplado tu poder y tu gloria. —SALMO 63:1–2
AFIN DE PODER darle a Dios la reverencia que Él merece, debemos procurar el conocimiento de la grandeza de su gloria. Este fue el clamor del corazón de Moisés, cuando valientemente suplicó:
“Te ruego que me muestres tu gloria” (Ex. 33:18, RVR60).
Cuanto mayor sea nuestra comprensión sobre la grandeza de Dios (aunque en sí misma sea incomprensible), mayor será nuestra capacidad de temerle y reverenciarle solo a Él. Por ello el salmista nos anima:
“Porque Dios es el Rey de toda la tierra; cantad con inteligencia” (Sal. 47:7, RVR60).
Se nos invita a contemplar su grandeza; sin embargo, también el salmista nos dice: “Grande es Jehová, y digno de suprema alabanza; y su grandeza es inescrutable” (Sal. 145:3, RVR60).
Isaías tuvo una visión de la gloria inescrutable de Dios. Vio al Señor sentado en su trono, alto y sublime, y su gloria llenaba el templo. Alrededor de Él había ángeles enormes llamados serafines, quienes, a causa de la inmensa gloria de Dios, cubrían sus rostros con sus alas y daban voces diciendo:
“Santo, Santo, Santo es el SEÑOR Todopoderoso; toda la tierra está llena de su gloria” (Is. 6:3, NVI).
A lo largo de la historia del hombre, la gloria de Dios se ha reducido una y otra vez a nuestra imagen y a la medida del hombre corruptible. Esto ha sido una gran locura.
Incluso en la actualidad, queda demostrado en un grado alarmante en la Iglesia. Meditemos por un momento en las maravillas de sus obras, pues su creación predica un gran sermón y nos da razones para reflexionar.
Salmo 145:10–11 dice: “Todas tus obras te agradecerán, SEÑOR . . . Hablarán de la gloria de tu reino; darán ejemplos de tu poder”.
La Biblia declara que Dios puede medir el universo con la palma de su mano (Is. 40:12). Sosteniendo mi mano delante de ellos, les mostré que esa distancia es desde el extremo del pulgar hasta el del meñique. “¡Dios puede medir el universo con la distancia de su pulgar hasta la punta de su meñique!”.
Después les dije que Dios puso las estrellas y nuestro sol en órbita con sus dedos. Quedaron asombrados. La grandeza del jugador de baloncesto fue puesta en la perspectiva correcta.
En el camino a su presencia, necesitamos considerar de continuo la grandeza de Dios. Tal consciencia aumentará nuestro conocimiento de Dios. Asimismo, continuamente alabaremos a Dios por su gran amor por nosotros, aun a la luz de su grandeza.
QUITAR LOS OBSTÁCULOS
En la medida en que aumenta nuestro entendimiento de la grandeza de Dios, también aumenta nuestra capacidad de temerle a Dios y crecer en nuestra intimidad con Él. Visite algún lugar en donde la magnificencia de la creación de Dios revele el poder asombroso de su carácter. Alábele y agradézcale en voz alta por las maravillas que pueda ver. Pídale que se revele a sí mismo a través de la grandeza de sus obras.
ORACIÓN
Dios, tu grandeza es inescrutable. Me maravillo ante tu capacidad de medir el vasto universo con tu mano. Aumenta mi intimidad contigo.
Tengo sed por el conocimiento de tu persona y anhelo ver tu poder y tu gloria. En el nombre de Jesús, amén.
GUÍA PARA EL CAMINAR DIARIO
Job 38–42
