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LECCION 13 QUITE LA BARRERA DE LA FALTA DE PERDON

UN COLEGA SE ha llevado el reconocimiento por su trabajo, o un amigo ha hablado con malicia a sus espaldas. La lista de posibles ofensas en esta vida es innumerable. Quizá haya pensado: “Esta vez los voy a perdonar, ¡pero nunca lo olvidaré!”. La manera en que manejemos estos incidentes es fundamental. ¿Ejerce el perdón, o lleva una lista mental de todas las ofensas? Si tiene dicha lista, su corazón y su espíritu se sentirán agobiados y lo consumirán por dentro como el cáncer.

La Palabra de Dios nos advierte que

[edgtf_button type=”outline” text=”“todos hemos pecado; nadie puede alcanzar la meta gloriosa establecida por Dios” (Romanos 3:23).” target=”_self” icon_pack=”” font_weight=”” text_transform=””]

Por medio de la muerte, sepultura y resurrección de Cristo Jesús, el Hijo de Dios, tenemos perdón de pecados; a pesar de merecer la muerte y una eternidad en el infierno.

[edgtf_button type=”outline” text=”“Pues la paga que deja el pecado es la muerte, pero el regalo que Dios da es la vida eterna por medio de Cristo Jesús nuestro Señor” (Romanos. 6:23).” target=”_self” icon_pack=”” font_weight=”” text_transform=””]

Se nos ha dado el invaluable e indescriptible regalo del perdón. Dicho regalo nunca debe tratarse como algo común o simplemente olvidarlo y darlo por sentado. Cuando la vida lo lastime de manera inesperada, ¿cómo responderá? ¿Concederá el perdón o guardará sentimientos negativos y retendrá el perdón? Si usted retiene el perdón que vivifica, crecerá en su corazón herido una raíz de amargura (He. 12:15).

Si hay alguien que merecía guardar rencor, fue Cristo Jesús. Aunque estaba libre de pecado, los soldados romanos lo azotaron y lo golpearon sin piedad, después lo colocaron sobre una cruz y clavaron sus manos y sus pies. Como si eso ya no fuera bastante doloroso, los soldados levantaron la cruz y la dejaron caer en un hoyo poco profundo cuyo impacto sacudía hasta los huesos.

No existía otro método de tortura más cruel. Mientras Jesús colgaba de la cruz, Lucas captó sus palabras:

[edgtf_button type=”outline” text=”“Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34). La multitud a sus pies no tenía relación ni creía en el Hijo de Dios. Se burlaban de Él: “Salvó a otros—decían—; que se salve a sí mismo, si es el Cristo de Dios, el Escogido” (Lucas 23:35, NVI).” target=”_self” icon_pack=”” font_weight=”” text_transform=””]

Dos ladrones comunes fueron colgados a ambos lados de Jesús. Uno de los ladrones se unió a la multitud, diciéndole a Jesús que se salvara a sí mismo y a él también. Pero fue la respuesta del otro ladrón la que tocó el corazón de Jesús:

¿Ni siquiera temes a Dios ahora que estás condenado a muerte? Nosotros merecemos morir por nuestros crímenes, pero este hombre no ha hecho nada malo”. Luego dijo:

[edgtf_button type=”simple” text=”Jesús, acuérdate de mí cuando vengas en tu reino.” target=”_self” icon_pack=”” font_weight=”” text_transform=””]
[edgtf_button type=”simple” text=”Jesús respondió: —Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso. —LUCAS 23:40–43″ target=”_self” icon_pack=”” font_weight=”” text_transform=””]

Obtenga vida de este recurso espiritual. Deje que el gozo disipe las decepciones amargas de la vida. Nuestro modelo de vida es Cristo Jesús. Al seguir a Cristo, Él vive a través de nosotros y somos un ejemplo resplandeciente tanto para los creyentes como para los incrédulos que se crucen en nuestro camino. Durante los próximos cinco días, analizaremos también la trampa de la falta de perdón.

Dios el Padre anhela compartir con nosotros estas verdades claves sobre el perdón. Estos principios aumentan nuestra intimidad con el Señor. Sin ellos, se levantarán barreras que nos impedirán entrar en la presencia de Dios. Volvamos de nuevo al camino de su presencia.