Los malhechores están ansiosos por escuchar el chisme; los mentirosos prestan suma atención a la calumnia.
—PROVERBIOS 17:4
LA BIBLIA NOS enseña que está mal escuchar el chisme. Al escucharlo, su propia alma es contaminada por lo que oye. Sin darse cuenta, comenzará a observar los atributos que se han discutido o las falencias en el carácter del individuo acusado. Sorprendentemente, sus ojos son abiertos, y puede ver con claridad aquello que antes había permanecido oculto. Usted creerá que se debe a que ahora posee un mayor discernimiento; pero en realidad es porque ahora es más desconfiado.
De repente, cuando escucha el nombre de aquel individuo, su mente entona el coro de las acusaciones y quejas que oyó anteriormente. Pronto, se encontrará luchando con sus propios pensamientos críticos hacia esa persona.
Cada vez que hice caso a mis labios impíos, me sentí afligido y prometí nunca volverlo a hacer. Era una fuente constante de frustración para mi vida. Sabía en mi corazón que estaba mal, y no quería hacerlo; sin embargo, parecía imposible detenerme. Me arrepentía de una situación, solo para quedar atrapada en otra. Llegué al punto donde le pedí a Dios que me aislara hasta que fuera capaz de elevarme por encima de este patrón o fortaleza en mi vida.
¿Por qué se había establecido una fortaleza en mi vida, y por qué era tan difícil de vencer? El chisme tiene su raíz en la incredulidad y es regado por el temor. La Biblia nos dice en 2 Timoteo 1:7 que el temor es un espíritu, y en Hebreos 3:12 que la incredulidad es una cuestión del corazón. Por tanto, con toda certeza podemos decir que el chisme es una cuestión del corazón. Somos víctimas del chisme cuando tenemos miedo de confiar en la verdad revelada de Dios. Sin importar cuán compleja o especial sea nuestra situación, si somos honestos encontraremos que la cuestión de fondo será el temor y la incredulidad.
Nos negamos a perdonar por miedo a que nos vuelvan a herir. Así que velamos por nuestras ofensas del pasado. Al hacer esto, demostramos que dudamos en la capacidad de Dios para sanar nuestros pasados y proteger nuestros futuros.
Maldecimos a otros porque creemos que nuestro valor está vinculado al de ellos. Tememos que si ellos lucen bien, entonces nosotros luciremos mal. Esto revela que nuestra autoestima no está basada en Cristo Jesús.
Nos volvemos celosos porque no creemos que Dios sea justo. Tenemos miedo de que Él tenga favoritos y que honre a personas en lugar de la fe y la obediencia. Debemos recordar que todo lo que recibimos es por gracia y fe en la bondad de Dios.
Algunas personas hacen comentarios hirientes, pero las palabras del sabio traen alivio” (Pr. 12:18). El chismoso habla con palabras imprudentes y descuidadas que lastiman. La única manera para sanar las heridas es responder con palabras que contengan sabiduría y que promuevan la reconciliación. No debemos responder de la misma manera en que nos llega la información.
Por ejemplo, nunca esté de acuerdo con el chismoso al agregar también su propia historia sobre el ofensor. Esto no promueve la sanidad, sino que ensancha la brecha.
Se nos instruye: “No respondas a los argumentos absurdos de los necios o te volverás tan necio como ellos” (Pr. 26:4).
El libro de Proverbios también dice: “El que perdona la ofensa cultiva el amor; el que insiste en la ofensa divide a los amigos” (Pr. 17:9, NVI).
Estos versículos se refieren a un daño o herida producida por alguien cercano a nosotros. Debemos desarrollar la sabiduría y el discernimiento necesarios para responder con palabras de vida. He descubierto que Proverbios brinda una excelente fuente de sabiduría para guiar mi corazón.
Al estudiar el libro de Proverbios, no solo aprenderemos a responder con sabiduría, sino que también dividiremos sin equivocarnos nuestros propios pensamientos e intenciones. Esto se transmitirá cuando nos acerquemos a otros con nuestros agravios.
QUITAR LOS OBSTÁCULOS
Es difícil resguardarse a sí mismo del chisme, pero estas preguntas pueden servirle de ayuda:
• ¿Por qué me están contando esto?
• ¿Están confesando sus reacciones ante una ofensa, o solo la están repitiendo para influenciarme?
• ¿Se han acercado a las personas que los han ofendido? ¿Me están pidiendo que vaya con ellos para que la restauración pueda tener lugar?
• ¿Me encuentro en posición para ayudarlos?
ORACIÓN
Señor mi Dios, me arrepiento del chisme, ya sea que lo haya originado o escuchado. Te pido que guardes mis ojos y mis oídos. Derriba toda fortaleza del chisme en mi vida.
Admito que en mis propias fuerzas es imposible conquistar estos hábitos; sin embargo, para ti nada es imposible. Ayúdame a quitar toda raíz de amargura y de inmediato echar todo pensamiento impío de mi mente. Pon tu cerco de protección alrededor de mi mente y corazón. En el poderoso nombre de Jesucristo, amén.
GUÍA PARA EL CAMINAR DIARIO
Efesios 4:20–5:2; Filipenses 4