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LECCION 4 VUELVA A LA VERDAD

[edgtf_button type=”simple” text=”Jesús le dijo a la gente que creyó en él: “Ustedes son verdaderamente mis discípulos si se mantienen fieles a mis enseñanzas; y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres. —JUAN 8:31–32″ target=”_self” icon_pack=”” font_weight=”” text_transform=””]

UN PASO EN nuestro camino hacia la intimidad con Dios constituye una relación verdadera y honesta. Cuando conoce la verdad, usted está íntimamente familiarizado con la misma. Conocer algo es más que el simple reconocimiento de su existencia. Implica una relación.

La Concordancia Strong Exhaustiva define el término conocer, de acuerdo con esta escritura, como “absolutamente; en una gran variedad de aplicaciones y con muchas implicaciones; un apego a la verdad no solo a nivel mental, cambiando así nuestras percepciones a simplemente un único nivel, pero uno que penetra hasta llegar a cada área de nuestro ser”. Esto es lo que sucede cuando la verdad se vuelve una parte de nosotros.

Necesitamos conocer la verdad con una intimidad mayor de lo que hemos conocido la mentira. Durante un tiempo, vivimos sometidos al poder de las mentiras, y estas nos cautivaron. Si vivimos en la verdad, la verdad nos librará. Conocer la verdad significa vivir en la verdad. Es la verdad en la cual vivimos la que nos hace libres.

Entonces, la verdad penetra en lo profundo y llega más allá de las mentiras, disipando con su luz toda oscuridad escondida en las áreas remotas de nuestra alma. Sin embargo, solo el conocimiento de la verdad no será suficiente. Necesitamos una relación con la misma. La pregunta cambia de “¿Qué es la verdad?” a “¿Quién es la verdad?”..

En nuestro camino a la intimidad con Dios Padre, debemos volvernos uno con la verdad, porque hemos sido uno con la mentira. ¿Quién es la verdad? Jesús respondió:

[edgtf_button type=”outline” text=”“Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie puede ir al Padre si no es por medio de mí” (Juan 14:6)” target=”_self” icon_pack=”” font_weight=”” text_transform=””]

Jesús es el camino que buscamos. Él es la verdad que nos hace libres. Él es la vida que anhelamos. Quizá ahora mismo se encuentre cuestionando lo que digo: “Conozco a Jesús, pero no me siento libre. ¡Me siento cautivo!”. Él permite la cautividad con el propósito de extendernos una invitación para acercarnos a Él en un nivel más profundo.

Él lo está llevando más profundo, lo está atrayendo más cerca de Él. Él quiere ser su compañero y Señor mientras transita por la cautividad hacia la libertad. No desea que usted vuelva a intentarlo en sus propias fuerzas. Ya trató y fracasó.

A veces es más fácil abrazar las mentiras que la verdad. Una mentira fácilmente se sigue con otra mentira, y luego otra. Pero cuando se descubre la verdad, la mentira se detiene.

La verdad constituye el único medio para detener el progreso de las mentiras. Cuando constantemente somos bombardeados con mentiras, comenzamos a creer en ellas. Del mismo modo, cuando mentimos a otros y nos mentimos a nosotros mismos durante mucho tiempo, empezamos a creer esas mentiras y dudamos de la verdad.

Dios ofrece la verdad a todo aquel que esté dispuesto a volverse a Él y a buscar la verdad. La verdad le costó la vida al Hijo de Dios, Jesús.

Él llama libremente a todos los que tienen oídos para oír. Él quiere la gloria de este alejamiento y que regrese a la intimidad. Todo lo que requiere de usted es un nivel más profundo de entrega a la verdad, un rendimiento de su voluntad a la de Él.

Haga una pausa en su viaje por el desierto y ore la siguiente oración, a fin de que pueda abrir su corazón a la verdad de Dios.

QUITAR LOS OBSTÁCULOS

Examine atentamente su relación con su Padre celestial. ¿Está basada en la mentira o en la verdad? Comprométase hoy a permitir que su mente y su corazón sean impregnados con la Palabra verdadera de Dios.

ORACIÓN

Jesús, te he conocido como Salvador, Maestro y Señor. Te pido que te reveles a mi vida como la verdad. Permite que esta luz penetre en la oscuridad de la mentira. Tú eres la Palabra hecha carne. Al entregarme a tu Palabra, deja que se haga carne para mí. Te acepto a ti y a tus palabras como la autoridad máxima y final en mi vida. Quita el velo de mis ojos para que pueda verte, y al hacerlo, contemplaré la verdad. En tu nombre, amén.

GUÍA PARA EL CAMINAR DIARIO

Juan 8