“El Señor es amigo de los que le temen; a ellos les enseña su pacto. —SALMO 25:14
EL DESEO DE todo buen creyente es caminar en una amistad íntima con Dios. Es lo único que siempre traerá plenitud. Es el propósito de Dios para la creación y la razón de su plan de redención. Es el deseo de su corazón y un tesoro reservado para aquellos que le temen.
Considere la sabiduría de Salomón: “El temor del SEÑOR es la base del verdadero conocimiento” (Pr. 1:7). ¿Se refiere Salomón al conocimiento científico? No, ya que muchos científicos exaltan al hombre y no tienen temor de Dios. ¿Se refiere este versículo al desempeño social o político? No, porque los caminos del mundo son necedad para Dios. ¿Se trata del conocimiento de la Escritura?
No, porque si bien los fariseos eran expertos en la ley, eran despreciables para Dios. Nuestra respuesta se encuentra en Proverbios 2:4–5: “Búscalos [las palabras de Dios] como si fueran plata, como si fueran tesoros escondidos. Entonces comprenderás lo que significa temer al SEÑOR y obtendrás conocimiento de Dios”.
El temor del Señor es el comienzo, o el punto de partida, de una relación íntima con Dios. La intimidad comprende una relación recíproca.
Ejemplo sería aquellos que están tan encantados con los atletas profesionales y las celebridades de Hollywood de nuestros días. Sus nombres son conocidos en los hogares de América.
Los medios han puesto al descubierto sus vidas privadas a través de numerosas entrevistas televisivas y artículos de periódicos y revistas. Oigo a sus admiradores hablar como si estas celebridades fueran sus amigos cercanos. Incluso he llegado a ver a personas enredadas emocionalmente en los problemas maritales de sus celebridades favoritas, y las he visto lamentarse como si fueran miembros de la familia cuando sus héroes de la pantalla mueren.
Si estos seguidores alguna vez se encontraran con sus celebridades en la calle, no recibirían ningún tipo de reconocimiento. Si tuvieran las agallas suficientes como para detener a esta celebridad mientras camina, seguramente descubrirán que esta persona resulta ser bastante diferente de la imagen que representa. La relación entre las celebridades y sus seguidores es unilateral.
He lamentado este mismo comportamiento en la Iglesia. Escucho a creyentes hablar sobre Dios como si fuera solo un amigo, alguien con quien pasan el rato. De manera esporádica, cuentan cómo Dios les ha mostrado esto o aquello. Hablan sobre cuánto desean su presencia y ansían su unción. Por lo general, aquellos que son nuevos en el Señor o no son estables en sus relaciones con Él se sentirán incómodos y espiritualmente deficientes alrededor de estos “amigos cercanos” de Dios.
Enseguida, por lo general, escuchará a estos individuos contradecirse a sí mismos. Dirán algo que claramente revelará que sus relaciones con Dios no difieren de una relación entre un admirador y su celebridad favorita. Se jactan de una relación que simplemente no existe.
El Señor dijo que no podemos ni siquiera comenzar a conocerle en términos íntimos hasta que le temamos. En otras palabras, una relación y amistad íntimas con Dios no tendrán lugar hasta que el temor de Dios esté firmemente plantado en nuestros corazones.
Podemos asistir a los servicios, leer nuestra Biblia a diario y concurrir a cada reunión de oración programada. Pero si no tememos a Dios, solo estaremos subiendo los peldaños de una escalera religiosa. ¿Cuál es la diferencia entre estos rituales religiosos y sufrir del síndrome de la celebridad? En nuestro camino a su presencia, necesitamos desarrollar una relación verdaderamente íntima con Dios.
QUITAR LOS OBSTÁCULOS
¿Ha padecido del “síndrome de la celebridad” con Dios el Padre, tratándole a Él como a un admirador o un amigo? Arrepiéntase de su actitud irreverente hacia Dios. Pídale que le dé un profundo respeto por su santidad.
ORACIÓN
Señor, dame la inteligencia y la capacidad para temerte y crecer en tu conocimiento y sabiduría. Confieso que en ocasiones mi actitud hacia ti ha sido realmente frívola. Tú eres santo y maravilloso. Tú sostienes el universo en tus manos, y aun así conoces cada uno de mis pensamientos.
Te pido que al escoger temerte, mi amor por ti y por otros aumente. Quiero ser un testigo del amor de Jesús. Resplandece hoy en mi vida, en el nombre de Jesús. Amén.
GUÍA PARA EL CAMINAR DIARIO
Salmo 27; Salmo 34