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LECCION 2 CUANDO DIOS ESTA CALLADO

[edgtf_button type=”outline” text=”“Voy hacia el oriente, pero él no está allí; voy hacia el occidente, pero no puedo encontrarlo. No lo veo en el norte, porque está escondido; miro al sur, pero él está oculto. —JOB 23:8–9″ target=”_self” icon_pack=”” font_weight=”” text_transform=””]

MUCHAS VECES, EL clamor de nuestro corazón coincide con estas palabras de Job. Anhela escuchar a Dios, pero la única respuesta que obtiene es el silencio. Ora, sin embargo, sus oraciones parecerían fracasar. Sus frustraciones comienzan a crecer a medida que recuerda el tiempo cuando simplemente susurraba el nombre del Señor y su presencia estaba allí de inmediato. Ahora, quisiera gritar en la quietud: “Dios, ¿dónde estás?”.

Al igual que Job quien probó todos los caminos, usted lo busca, pero no puede percibirlo a Él ni sus obras en su vida. ¡Bienvenido al desierto! Mientras sus pies sienten la arena del desierto, sepa que no se encuentra solo en este viaje. Camina en buena compañía.

Está caminando por donde Moisés caminó, aquel que fue criado en el palacio de faraón como un príncipe. Moisés, un hombre con una visión por parte de Dios para librar a los israelitas de la opresión y de la esclavitud. Llevó años para que su visión se cumpliera. Mientras tanto, por cuarenta años, Moisés pastoreaba ovejas al otro extremo del desierto.

Usted también camina junto a José, el hijo preferido de su padre. José, a quien se le dio sueños de liderazgo y realización; José, cuyos propios hermanos lo arrojaron en una cisterna y después lo vendieron como esclavo, lo cual lo condujo a la cárcel.

Está sentado al lado de Job, el hombre a quien la Biblia describe como

[edgtf_button type=”outline” text=”“aquel varón más grande que todos los orientales” (Job 1:3, RVR60)” target=”_self” icon_pack=”” font_weight=”” text_transform=””]

Aquel que Dios dijo que no había nadie más como él; Job, quien perdió todo: sus posesiones, sus hijos, su salud, además del apoyo de su esposa.

Más importante aún, su viaje a través del desierto es en compañía de Jesús, el Hijo de Dios, quien, después de recibir el testimonio público de Dios el Padre y del Espíritu Santo de que Él era verdaderamente el Hijo de Dios, fue guiado al desierto para enfrentar las fuerzas de las tinieblas.

La procesión de los viajeros del desierto es larga porque el silencio es un tiempo necesario, un tiempo en la vida de cada hijo de Dios. Anhelamos evitar entrar en este camino. Buscamos atajos o desvíos, pero no los hay. No se puede alcanzar el camino a su presencia sin antes pasar por el desierto.

Como cristianos, si comprendemos los tiempos del Espíritu, conoceremos aquello que Dios quiere lograr y podremos responder con sabiduría.

Por el contrario, si pasamos por los tiempos de preparación de Dios sin entenderlos, no sabremos lo que quiere lograr y podremos actuar neciamente. Considere la sabiduría del agricultor. Es imposible para él cosechar en temporada de siembra. Si el agricultor no planta durante la época de siembra, entonces no recogerá su cosecha en el tiempo de la recolección. Es crucial sembrar en el tiempo correcto.

Si el agricultor siembra muy temprano o demasiado tarde, el rendimiento de los cultivos disminuirá durante la cose cha. Las semillas no se encontrarán en la posición correcta para recibir lo que necesitan para crecer.

A fin de que podamos beneficiarnos del cuidado y de la provisión de Dios, debemos reconocer nuestro tiempo de preparación.
Clamamos por la cosecha y la bendición de Dios; sin embargo, quizá no sea el tiempo correcto. En cambio, tal vez sea una época de poda.

Al igual que tratar de cosechar en el tiempo equivocado, Dios quiere que comprendamos el camino en nuestra intimidad con Él a través de los tiempos de sequía. El propósito de Dios en el desierto es formarnos, prepararnos para una intimidad aún más profunda. Mientras entendamos el silencio de Dios, podemos continuar en el camino con el gozo y la fortaleza de Dios.

QUITAR LOS OBSTÁCULOS

Nuestro camino por el desierto es un viaje hacia un entendimiento más profundo de Dios. Busquemos un lugar más íntimo en Dios al invertir un mayor tiempo en la lectura de su Palabra.

ORACIÓN

Dios Padre, ¿por qué pareces tan callado? Oro y leo mi Biblia, y aún me siento tan distante de ti. Guárdame en el camino a tu presencia, incluso cuando estás callado. Anhelo caminar en una intimidad más profunda contigo.

En el nombre poderoso de Jesús, remueve cualquier obstáculo en mi vida que me impida profundizar mi relación contigo.

Anhelo testificar sobre ti como también Job anheló proclamar tu nombre, pero tú conoces a dónde conduce mi camino. Y cuando me hayas probado como al oro en el fuego, me declararás inocente (Job 23:10).

Al emprender este viaje de cuarenta días por el camino a tu presencia, dame el entendimiento y una nueva revelación sobre tu naturaleza. Mientras camino por esta experiencia en el desierto, abre mi corazón para poder aprender de la misma y acerca de ti. En el nombre de Jesús, amén.

GUÍA PARA EL CAMINAR DIARIO

Salmo 63; Salmo 84