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LECCION 11 DILIGENTES EN NUESTRA OBEDIENCIA

“EXISTE UN GRAN llamado para cada creyente: ser hechos conformes a la gloriosa imagen de Cristo Jesús. (Vea Filipenses 3:14; Romanos 8:29.) Pero si no somos diligentes en obedecer la Palabra de Dios, sin darnos cuenta nos desviaremos del rumbo que Él ha establecido para nosotros.

¿Puede imaginarse intentar conducir con los ojos vendados? Podría encender el motor, ¡pero enseguida su coche se desviaría de su destino! Es imposible ver a dónde va cuando uno tiene los ojos vendados. ¡La obediencia a Dios mantiene sus ojos descubiertos!

Somos transformados en aquello que contemplamos. Si un velo cubre nuestros ojos espirituales, entonces nuestra imagen del Señor se vuelve distorsionada. Jesús dijo:

[edgtf_button type=”outline” text=”“Tu ojo es una lámpara que da luz a tu cuerpo. Cuando tu ojo es bueno, todo tu cuerpo está lleno de luz; pero cuando tu ojo es malo, todo tu cuerpo está lleno de oscuridad. Y si la luz que crees tener en realidad es oscuridad, ¡qué densa es esa oscuridad!” (Mt. 6:22–23).” target=”_self” icon_pack=”” font_weight=”” text_transform=””]

Nuestros ojos son la lámpara que da dirección a nuestro cuerpo (nuestro ser). La figura de la lámpara habla no solo de la vista física, sino también de los ojos del corazón (Efesios 1:18). Todo nuestro ser sigue la percepción y la dirección del corazón. Si nuestros ojos ven la Palabra de Dios viva, entonces todo nuestro ser será lleno de la luz de la naturaleza de Dios. (Ver Hebreos 4:12–13; 1 Juan 1:5.) Cuando continuamente somos transformados en esta luz de verdad, nos mantendremos seguros y no nos desviaremos del camino.

Jesús continuó diciendo que cuando los ojos de una persona están puestos en la maldad, todo su ser está lleno de oscuridad. Esto describe el corazón oscuro de un incrédulo. Pero analice su última declaración:

[edgtf_button type=”outline” text=”“Y si la luz `{`la cual es su percepción de Jesús`}` que crees tener en realidad es oscuridad, ¡qué densa es esa oscuridad!” (Mateo 6:23).” target=”_self” icon_pack=”” font_weight=”” text_transform=””]

Esta declaración no se refiere a alguien que no cree, sino a la persona quien conoce la Palabra de Dios. La luz está en Cristo. Jesús está diciendo que si nuestra percepción está nublada o cubierta por un velo debido a la falta de temor santo, esta oscuridad en realidad será mayor que la oscuridad que envuelve a aquellos que nunca han visto u oído la verdad. (Vea Judas 12–13; Lucas 12:47–48.)

Pedro nos alienta diciendo que Dios

[edgtf_button type=”outline” text=”“nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina” (2 Pedro 1:4, RVR60).” target=”_self” icon_pack=”” font_weight=”” text_transform=””]

Una participación en la naturaleza divina de Cristo; ¡qué promesa maravillosa!

Pedro explica que el cumplimiento de esta promesa es tanto condicional como progresivo, pues dice: “Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones” (2 Pedro 1:19, RVR60). La condición: seguir las preciosas y grandísimas promesas. La progresión: mientras temblemos y obedezcamos, entonces crecerá la luz de su gloria. Comienza como la fuerza del amanecer y continúa de gloria en gloria hasta que brille como el sol en su máximo esplendor.

Proverbios 4:18 nos dice: “El camino de los justos es como la primera luz del amanecer, que brilla cada vez más hasta que el día alcanza todo su esplendor”. En el día perfecto brillaremos como el sol por la eternidad. (Vea Mateo 13:43.) ¡No reflejaremos su gloria, sino que la emitiremos! ¡Aleluya!

QUITAR LOS OBSTÁCULOS

¿Cuándo ha contemplado realmente la gloria de Cristo? Mientras ora, pídale al Señor que resplandezca su gloriosa presencia sobre usted.

ORACIÓN

Padre celestial, gracias por las ricas y maravillosas promesas en tu Palabra. Dame fuerzas para guardar estas promesas en mi corazón, y usa estas palabras para transformar mi vida, a fin de que pueda ser más como Jesús. Si tropiezo y peco, usa estas promesas para traer convicción de mi pecado y llévame a confesar y a arrepentirme.

Te pido caminar en la luz de tu verdad y me propongo obedecerte. Guarda mis ojos de la oscuridad y llénalos con tu luz. Lléname con tus fuerzas para gloriarme en la luz de tu amor. Amén.

GUÍA PARA EL CAMINAR DIARIO

Isaías 60; Mateo 25