
12De hecho, aunque el cuerpo es uno solo, tiene muchos miembros, y todos los miembros, no obstante ser muchos, forman un solo cuerpo. Así sucede con Cristo. 21El ojo no puede decirle a la mano: «No te necesito». Ni puede la cabeza decirles a los pies: «No los necesito». 22Al contrario, los miembros del cuerpo que parecen más débiles son indispensables.
Introducción
Para romper el hielo:
¿Cuál es la enseñanza que más recuerdas de tu infancia? ¿Por qué?
El apóstol Pablo usa la brillante analogía del cuerpo humano para relacionar el trabajo de la
comunidad de cristianos. Señala que las partes de nuestros cuerpos (miembros) se ven
diferentes, son tratadas diferente, trabajan diferente, y cumplen diferentes propósitos. Aun así,
hay una gran diversidad en el cuerpo de Jesucristo, tanto en apariencia como en función, sin
embargo, cada miembro tiene una raíz común y un objetivo común.

La diversidad en el cuerpo de Jesucristo, no solo es aceptable sino esencial.
El cuerpo no puede trabajar apropiadamente si todos son manos, o si todos son ojos.
El cuerpo debe tener partes y dones diferentes, o no trabajará unido efectivamente como un
cuerpo.
Todos somos importantes y necesarios en el cumplimiento de la misión.
Así como todos los miembros del cuerpo, aun los más pequeños, son importantes para su
buen funcionamiento, así, todos los miembros de la iglesia son necesarios para alcanzar el
ideal en el cumplimiento de la misión.
Es como si alguno de los cristianos corintios dijera, “No tengo cierto don espiritual. Supongo
que no soy parte del cuerpo de Jesucristo.” Después de todo, manos y ojos parecen más importantes y más “glamorosos” que pies y
oídos.
Los dones espirituales fueron dados claramente para el servicio, no para nuestra santificación.
No son trucos milagrosos que satisfacen nuestra curiosidad, ni tampoco son otorgados como antídoto para el aburrimiento.
Los dones cumplen múltiples propósitos divinos:
– Son otorgados para fomentar la unidad de la iglesia y para edificación de la iglesia (Efe.
4:12-16).
– Son dados para continuar el ministerio de la iglesia encomendado por Dios (Efe. 4:11, 12).
-Y, en última instancia, son dados para glorificar a Dios (1 Ped.4:10, 11).
– Esta es la razón por la cual los dones nunca son otorgados para complacernos a nosotros.
Son para edificación de los demás (1Ped. 4:10; 1 Cor.14:12, 26).
Conclusión
A cada siervo de Dios le es dado un don por medio del Espíritu Santo y debe usarlo para el bien común.