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LECCION 29: YO IRE A EVANGELIZAR A LAS CIUDADES

'Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor.

Introducción

Para romper el hielo:

¿Puede usted describir a la persona más generosa que haya conocido?
¿Cuál es el acto de generosidad que ha marcado su vida?
¿Cuál es el acto de generosidad más significativo, que usted ha realizado?

Nuestros desafíos misioneros se multiplican cada día.
Hoy, no sólo nos sigue retando la llamada “ventana 10-40” sino que han
surgido otras como la ventanas “4/14” enfocada en el rescate de la niñez, la
ventana 4/14 es el grupo demográfico a nivel mundial que comprende las
edades entre 4 a 14 años, que por lo regular es el grupo social más abierto y
receptivo al desarrollo de su vida espiritual.
“La Ventana 4/14 es la edad que ofrece las oportunidades doradas para
transformar el mundo”.

También tenemos la ventana formada por las naciones que fueron antiguos bastiones del cristianismo y están retornando a una condición de campos misioneros; tal es el caso de Europa y Estados Unidos de América.

Pero mientras esto sucede, hay otra gran ventana misionera que ha estado
abierta ante nuestros propios ojos, la cual debe inquietarnos profundamente e
impulsarnos a emprender acciones atrevidas, “sin dejar de hacer aquello”.

Me refiero al inmenso desafío de alcanzar las grandes ciudades de Centro
y Latinoamérica, las cuales se expanden cada día y parece que “tragan a
sus moradores” sin que les alumbre la luz de Cristo.

Si el Señor de la mies caminara hoy por nuestras ciudades, de nuevo nos
exhortaría diciendo: “A la verdad la mies es mucha, más los obreros pocos.
Rogad, pues, al Señor de la Mies, que envíe obreros a su mies” (Mateo 9:37-38)

Dios quiere salvar las ciudades.

Allí está la mayor concentración de personas, recursos, medios de
comunicación y necesidades humanas; pero también está el mayor potencial de
obreros cristianos, que estarán dispuestos a regar la semilla del evangelio y eso
es todo lo que Dios necesita para salvar y rescatar las multitudes urbanas.
Pero también hay que pensar que allí están los recursos financieros y logísticos
para llevar el evangelio a los lugares más distantes y rescatar la nación entera.

Es tiempo de revertir la costumbre histórica y trabajar a la inversa; no
trayendo el campo a la ciudad, sino aprovechando los recursos urbanos
para ganar todos los rincones de cada país.
Preparando la iglesia para conquistar la ciudad.
Cuando Jesús envió a los setenta a “toda ciudad” (Lucas 10:1-11), presentó
algunos principios que vale la pena recordar e implementar en la evangelización
de las grandes ciudades:

a. Los envía a las ciudades donde él ha planeado ir (Lucas.10:1).
En ese tiempo, el porcentaje de la población que vivía en las ciudades era
poco, pero el Señor sabía que el ministerio en ellas era clave por la gran
influencia e impacto que estas producían sobre el resto de la población.

Solo imaginemos el impacto que la iglesia urbana haría hoy, al ganar
multitudes y generar avivamiento en las ciudades, cuando más de la mitad
de la población es urbana.
b. Les pide que visualicen la necesidad y oren por otros obreros (v.2)

c. Les advierte que encontrarán mucha oposición (v.3)
Esta siempre es de esperarse en la ciudad y en el campo, porque estamos en
medio de una lucha espiritual por el rescate de la humanidad.

d. Les da instrucciones claras de cómo proceder al llegar con su ministerio
a las ciudades (vs.4-9)
e. Al regresar de esa misión los discípulos presentan su informe y el Señor
continua su entrenamiento (vs.17-20)

De la misma manera, la iglesia urbana debe mantener un plan de discipulado y
entrenamiento constante de obreros y líderes, a fin de salir al paso de los
obstáculos al evangelio, que cada día tratará de imponer el enemigo, tener algo
que decir y mostrar a los moradores de la gran ciudad necesitados de
salvación.

Conclusión

La iglesia del siglo XXI tiene ante sus ojos un desafío gigantesco: Cumplir la misión de Dios en la gran ciudad.
No es tarea fácil, pero es la misión de Dios y la iglesia tiene los recursos y la sabiduría suficientes para realizarla con éxito.

Si pretendemos salvar al mundo, tendremos que salvar las ciudades primero, y en eso tenemos la certeza de que Dios está de nuestro lado.