Visitenos
2740 Valwood Parkway Ste. 120 Farmers Branch, Texas. 75234
info@elredentor.us
Ph: 662.727.5155
Back

LECCION 3 PARTE I ALEGRATE EN LA SOBERANIA DEL SENOR

Filipenses 4:4 NVI

Introducción:
No puedes controlar el mundo, pero sí puedes confiárselo a Dios. ¿Quién de nosotros no ha buscado protección de las inclemencias de la vida? ¡Si al menos nuestras tormentas se limitaran a vientos y lluvia! Las tempestades de nuestra vida son otras: dificultades, divorcio, enfermedades, muerte, escasez, desempleos y confusión.

¿Sabe alguien dónde encontrar un refugio adecuado para estos ventarrones? El apóstol Pablo sí sabía. Si alguien tenía razones para estar ansioso, era él. Deja que tu imaginación te remonte a dos mil años atrás. Imagínate a un anciano mirando por la ventana de una prisión romana. Pablo tiene unos sesenta años, hace treinta que es cristiano y difícilmente haya un puerto en el Mediterráneo que no conozca.

¿Puedes ver lo encorvado que está? Todos los ángulos y las curvaturas. Achácale la culpa de su joroba a todos los kilómetros recorridos y a las palizas soportadas. Recibió treinta y nueve latigazos en cinco ocasiones distintas. Lo golpearon con varas en otras tres. Las cicatrices se entretejían en su piel como venas varicosas. En una ocasión lo dieron por muerto.

Pablo ha sido encarcelado, ha sido abandonado por amigos y compañeros de trabajo y ha experimentado naufragios, tormentas y hambruna. 2a Corintios 11:23-28. Probablemente está casi ciego y tiene que entrecerrar los ojos para poder leer (Gálatas 4.15). Y, encima, está esperando juicio ante el emperador romano.

Nerón había aprendido a ganarse el favor de los ciudadanos matando a creyentes, y Pablo es el más reconocido de ellos. “La receta de Pablo para la ansiedad comienza con un llamado a alegrarnos.” Como si la opresión del imperio no fuera suficiente, Pablo también lleva el peso de las iglesias recién nacidas. Los miembros están en riña. Los falsos maestros están predicando por ambición y envidia (Filipenses 1.15–17). ¡Vaya vida fácil la de un apóstol! Su futuro es tan sombrío como su celda. Sin embargo, cuando lees sus palabras, piensas que acabas de llegar a un hotel playero en Jamaica.

Su carta a los filipenses no incluye ninguna palabra de miedo ni queja. ¡Ni siquiera una! Nunca sacude su puño ante Dios; en lugar de eso, le da las gracias e invita a sus lectores a hacer lo mismo.

«Alégrense siempre en el Señor. Insisto: ¡Alégrense!» (Filipenses 4.4 NVI). La receta de Pablo para la ansiedad comienza con un llamado a alegrarnos. En este versículo, Pablo usó todas las herramientas que tenía en su caja, con la esperanza de captar nuestra atención. Primero, usó el presente imperativo para que sus lectores pudieran escucharlo decir continua y habitualmente, ¡alégrense! Y, por si el tiempo verbal no fuera bastante, eliminó la fecha de expiración. «Alégrense siempre en el Señor». Y, si acaso el tiempo verbal y siempre eran insuficientes, Pablo repitió la instrucción: «Insisto: ¡Alégrense!». Pero ¿cómo alguien obedece esta instrucción? ¿Alegrarse siempre? ¿Acaso es posible que alguien mantenga un espíritu de alegría ininterrumpido? No. Ese no es el reto de Pablo. Se nos insta a «[alegrarnos] en el Señor». Este versículo es un llamado, no a un sentimiento, sino a una decisión y a una confianza profundamente arraigada de que Dios existe, de que él está en control y de que él es bueno.” Isaías 41:4 TLA. El apóstol se mantuvo firme en esta creencia. Él había levantado estabilizadores de hierro fundido en el centro de su alma. Aunque el emperador Nerón se enoje, aunque falsos hermanos traten de afligirlo. Que las tormentas rujan.

La tienda de fe de Pablo jamás colapsaría. La había estabilizado con un sistema de creencias sólido. 2a Timoteo 1:12. Rv60 ¿Qué tan sólido es la fe tuya? Abre la tienda de tu alma y descubrirás una serie de convicciones que sirven de postes para estabilizar tu vida. Tu sistema de creencias es tu respuesta a las preguntas fundamentales sobre la vida:

¿existe alguien que controle el universo? ¿Tiene la vida algún propósito? ¿Tengo valor? ¿Todo lo que existe es esta vida? Tu sistema de creencias no tiene nada que ver con el color de tu piel, tu apariencia, tus talentos o tu edad. A tu sistema de creencias no le preocupa el exterior de tu tienda, sino el interior. 2a Corintios 4:16-18. Rv60 Es el conjunto de convicciones que tienes del que depende tu fe.

Si tu sistema de creencias es sólido, te mantendrás en pie. Si es débil, la tormenta prevalecerá. Mateo 7:24-27. La convicción siempre precede a la conducta. Por esto, en cada una de sus epístolas, el apóstol Pablo abordó las convicciones antes de hablar sobre las acciones. Para cambiar la manera que una persona responde ante la vida, cambia lo que la persona cree sobre la vida.

Lo más importante de ti es tu sistema de creencias. Pablo estaba tan firme Fíjate bien en los postes de la tienda del apóstol y encontrarás uno con esta inscripción: la soberanía de Dios. Soberanía es el término que usa la Biblia para describir la supervisión y el control perfecto que Dios tiene del universo. Él mantiene y gobierna cada elemento. Él está continuamente involucrado con todas las cosas creadas y las dirige para que actúen en una forma que cumpla su propósito divino. “La convicción siempre precede a la conducta.”

Entender apropiadamente la soberanía tiene muchísima importancia en el tratamiento de la ansiedad. Muchas veces la ansiedad es consecuencia de nuestra percepción de caos. Si sentimos que somos víctimas de fuerzas invisibles, turbulentas y aleatorias, nos preocupamos.

Los psicólogos comprobaron este hecho luego de estudiar el impacto de combate en soldados de la Segunda Guerra Mundial. Ellos establecieron que después de sesenta días de combate continuo, los soldados de infantería se sentían «emocionalmente muertos». Esta reacción es comprensible. Estos soldados soportaban la continua amenaza de bombardeos, ametralladoras y francotiradores enemigos. La ansiedad de los soldados de infantería no era una sorpresa.”

Sin embargo, la comparativa calma de los pilotos de combate sí lo era. Su tasa de mortalidad en combate estaba entre las más altas. Cincuenta por ciento de ellos moría en acción; no obstante, los pilotos de combate amaban su trabajo. Asombrosamente, un noventa y tres por ciento de ellos aseguraba sentirse feliz en sus misiones, aun cuando la probabilidad de supervivencia era la misma que tirar una moneda al aire.

¿Cuál era la diferencia? Aquellos pilotos tenían su mano en el acelerador. Se sentaban en la cabina. Sentían que ellos decidían su destino. Por el contrario, a los soldados de infantería podían matarlos fácilmente mientras estaban parados o corriendo. Se sentían desamparados e indefensos. La fórmula es sencilla: la percepción de control produce calma. La falta de control origina temor.”

“La ansiedad aumenta conforme disminuye la percepción de control.” No necesitas una guerra para demostrar esta fórmula. Una congestión de tráfico es más que suficiente.

Un grupo de investigadores alemanes descubrió que un embotellamiento triplica tus probabilidades de sufrir un ataque cardiaco. Tiene sentido. Una congestión de tráfico es la pérdida de control máxima. Tal vez sepas cómo manejar, ¡pero el tipo en el carril del lado no sabe! Podemos ser los mejores conductores en la historia, pero el adolescente que envía mensajes de texto mientras maneja podría ser nuestro final. La ansiedad aumenta conforme disminuye la percepción de control. Entonces, ¿qué podemos hacer? ¿Controlarlo todo?

• Nunca abordes un avión sin un paracaídas.

• Nunca visites un restaurante sin llevar tus utensilios limpios.
• Nunca salgas de tu casa sin una máscara antigás.
• Nunca entregues tu corazón por miedo a que te lo rompan.
• Nunca pises la raya en la acera por miedo a alterar tu suerte.

Enfrenta la ansiedad asumiendo el control. ¡Ah, si fuera posible hacerlo!

No obstante, la seguridad es una impostora cruel. Alguien puede acumular millones de dólares y aun así perderlos en una recesión. Un fanático de la salud puede comer solo nueces y vegetales y aun así batallar contra el cáncer o el Covid 19. En lugar de rememorar en letanía el caos del mundo, alégrate en la soberanía del Señor, como hizo Pablo.