Cinco versículos con cuatro admoniciones que llevan a una promesa maravillosa: «la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos» (v. 7).
Celebra la bondad de Dios. «Alégrense siempre en el Señor» (v. 4).
Acércate a Dios y pídele ayuda.
«Presenten sus peticiones a Dios» (v. 6).
Lleva y deja tus preocupaciones ante él. «Denle gracias…» (v. 6).
Medita en todo lo bueno. «Consideren bien [...] todo lo que sea excelente o merezca elogio» (v. 8).
Con Dios como tu ayuda, dormirás mejor esta noche y sonreirás más mañana.
Redefinirás tu manera de enfrentar tus temores.
Aprenderás cómo disuadirte para alejarte de la cornisa; aprenderás a mirar las malas noticias a través del lente de la soberanía, a discernir las mentiras de Satanás y a decirte la verdad.
Descubrirás una vida que se caracteriza por la calma y desarrollarás herramientas para enfrentar los ataques de ansiedad.
De algo estoy seguro: la voluntad de Dios no es que vivas en ansiedad perpetua.
No es su voluntad que enfrentes cada día con miedo e inquietud.
Él te creó para mucho más que una vida de angustia que te robe el aliento y de preocupación que divida tu mente. Él tiene un capítulo nuevo para tu vida. Y él está listo para escribirlo.
Él vela por tu mundo. Vigila tu vida. Nada te ocurrirá sin su permiso.
ORACION
Querido Señor:
Les hablaste a tormentas, ¿Podrías hablarles a las nuestras?
Calmaste el corazón de los apóstoles. ¿Podrías calmar nuestro caos interior?
Les dijiste que no temieran. Dinos lo mismo.
La preocupación nos tiene agotados; las tempestades de la vida nos han azotado y apocado.
Oh, Príncipe de paz, concédenos un espíritu de calma.
Calma la ansiedad, Danos valor, Permítenos tener menos ansiedad y más fe.
En el nombre de Jesús, amén.