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LECCION 5: ¡YO IRE A LIBERTAR A LOS CAUTIVOS!

“Acuérdense de los presos, como si ustedes fueran sus compañeros de cárcel, y también de los que son maltratados, como si fueran ustedes mismos los que sufren.”

Introducción

Esta historia nos habla del abandono de un adolescente de 15 años. La familia original era una pareja con su hijo. La madre falleció́, y tiempo después el padre se casó otra vez.

 

La madrastra no quería al niño, y presionaba al padre para que lo echara de la casa. Un día decidieron mudarse a otra ciudad. Llegó el camión de la mudanza y todos ayudaron a cargar las cosas,
incluso el hijo. Había una atmosfera de felicidad por la nueva vida.

 

Tal vez en la nueva casa la madrastra cambiaria de conducta. Pero al momento de la salida, el padre le dice al hijo. “tú no irás, tú te quedas”. El hijo argumentó: “¿Y cómo viviré́?”. La respuesta fue “Ya tienes edad, arréglatelas solo”. Y se fueron dejándolo solo.

No hubo otra opción, el hijo terminó entre las drogas y el crimen. Pensándolo fríamente, fueron
los delincuentes y traficantes quienes lo adoptaron. Por lo menos ellos…Y así́ pasaron los días
hasta que terminó preso en la cárcel.

 

Podríamos decir: un malo menos en esta sociedad. Pero
eso se diría sin conocer la historia de este muchacho. No hay justificación para enredarse en el
crimen, pero este camino le fue abierto por el padre. La sociedad no lo acogió́, y él encontró́
condiciones para vivir entre los delincuentes.

Por increíble que parezca, los malos lo auxiliaron.


La historia del muchacho cambió de rumbo. Fue hallado por un cristiano que hacia trabajo en la cárcel. Él se convirtió́ al Señor. Tuvo la oportunidad de reencontrarse con su padre y lo
perdonó. Hoy este muchacho es una persona que la sociedad necesita, pues se dedica a salvar personas para el reino de Dios. Fue transformado.

“Acuérdense de los presos, como si ustedes fueran sus compañeros de cárcel, y también de los
que son maltratados, como si fueran ustedes mismos los que sufren. (Hebreos 13:3 NVI)

Acordaos conlleva una acción.


No se trata de un vago ejercicio de la memoria para recordar personas que está en medio de
una situación ajena y al margen de lo que somos. El llamado es a que nos sensibilicemos a tal
grado con los presos que lleguemos a sentirnos como si estuviéramos en su propia celda.

“Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí.

Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuando te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? ¿Y cuando te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? ¿O cuando te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.”

La espada de la justicia iba a ser desenvainada contra su amado Hijo.

Con un beso fue entregado en manos de sus enemigos y llevado apresuradamente al tribunal
terrenal, donde había de ser ridiculizado y condenado a muerte por mortales pecaminosos.

Allí́, el glorioso Hijo de Dios fue “herido por nuestras rebeliones, molido por nuestros
pecados” Isaías 53:5. Soportó burlas, insultos e ignominiosos abusos, hasta que “fue
desfigurado de los hombres su parecer, y su hermosura más que la de los hijos de los
hombres”. Mateo 25:34-40

Se nos insta a que acompañemos a aquellos que están privados de su libertad y a desplegar
hacia ellos una actitud tan compasiva y solidaria como si nosotros estuviéramos también detrás
de los barrotes.

 

Hemos descuidado esta responsabilidad en lo que respecta a visitar y llevar esperanza y
salvación a todos aquellos que han sido privados de la libertad.

 

Cristo le dice a su pueblo redimido: “Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado
para vosotros desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve
sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis;
enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí”.


Cada acto, cada obra de justicia, misericordia y benevolencia, hacen resonar dulce música en el
cielo. El Padre desde su trono los contempla y los considera como su tesoro más preciado”.

Conclusión

Lamentablemente el tema de los presos no está brillando en la agenda de los esfuerzos evangelísticos y de la misión de la iglesia. Oremos por los que están en las cárceles.

 

Actividad misionera para esta semana


Si conoces a alguien que esta en prisión, llámale, enviele algo, ora por el.