La historia de José es una de abandono. A sus hermanos les habían disgustado los sueños y la fanfarronería de José, y decidieron matarlo y tirarlo en una cisterna. Si la avaricia de ellos no hubiera sido un poco más fuerte que su sed de sangre, José habría muerto.
- Cuando se les presentó la oportunidad de venderlo a una caravana de mercaderes, lo hicieron.
- Su padre estaba desvinculado.
- Te habría gustado leer sobre la aparición repentina de Jacob para buscar a su hijo, rescatarlo y llevarlo de vuelta a casa. Pero no es así, porque Jacob no lo hizo.
- El copero estuvo de acuerdo, pero se olvidó rápidamente y la crueldad inclinó la balanza. José languideció en prisión por dos años más sin noticias ni solución.
- Dos años! Tiempo de sobra para darse por vencido. Tiempo de sobra para que el mundo se tornara gris y aparecieran las gárgolas del miedo.
- Tiempo de sobra para preguntarse: ¿así es como Dios trata a sus hijos? ¿Es esta la recompensa de Dios por buena conducta? Haces tu mejor esfuerzo y ¿esto es lo que recibes? Una celda y una cama dura. Si José se hizo estas preguntas, no lo sabemos.
Ahora bien, si Dios está en control, ¿por qué José estaba en la cárcel? ¿Por qué está en caos el matrimonio de nuestra amiga? ¿Por qué Dios permite que enfrentemos retos? ¿Acaso un Dios todopoderoso no los impediría?
¿Recuerdas el resto de la historia de José? Cuando a Faraón le inquietaron sus sueños, el copero se acordó de la petición de José.
- Él le mencionó el nombre de José a Faraón y tan rápido como dirías providencia, José subió de la prisión al palacio. José interpretó el sueño, que era la predicción de una hambruna.
- Faraón lo ascendió a primer ministro, y José manejó exitosamente la crisis y no solo salvó a los egipcios, sino también a la familia de Jacob.
- Años más tarde, José les diría a sus hermanos: «Ustedes pensaron hacerme mal, pero Dios transformó ese mal en bien para lograr lo que hoy estamos viendo: salvar la vida de mucha gente. Así que, ¡no tengan miedo! Yo cuidaré de ustedes y de sus hijos» (Génesis 50.20, 21 NVI). “Dos palabras en el centro de este pasaje revelan el corazón de la esperanza providencial: pero Dios. «Ustedes pensaron hacerme mal, pero Dios…». Lo que había sido propuesto para hacer mal se convirtió en bien.
- ¿Por qué? Porque José mantuvo a Dios en el centro de su circunstancia.
José miró los sufrimientos de su vida a través del lente de la providencia divina. ¿Puedo exhortarte a que hagas lo mismo? Si no lo haces, la ansiedad te acechará todos los días de tu vida.
- La soberanía de Dios, por otro lado, nos ofrece que peleemos contra la embestida del miedo con la espada que tiene inscritas las palabras pero Dios.
- La compañía está reduciendo el personal, pero Dios todavía es soberano.
- El cáncer regresó, pero Dios todavía ocupa el trono.
– La soberanía de Dios, por otro lado, nos ofrece que peleemos contra la embestida del miedo con la espada que tiene inscritas las palabras pero Dios.
– Los hermanos tenían toda la intención de hacerle daño a José. Pero Dios, en su providencia, usó la mala intención de ellos para un bien mayor.
– Él nunca les robó a los hermanos su libre albedrío. Nunca les impuso su naturaleza.
– Pero tampoco permitió que el pecado y la naturaleza pecaminosa de ellos dominaran el asunto. Él reorientó el mal en bien.
- Dios usa todo para que se cumpla su propósito.
- No hay manera de disuadirlo en su plan de sostener y llevar a la creación a su gloria destinada.
- La evidencia de providencia máxima es la muerte de Cristo en la cruz.
- No hubo otro acto tan perverso. No hubo otro día tan oscuro. Sin embargo, Dios no solo sabía de la crucifixión, él la ordenó.
- Como Pedro les dijo a los asesinos: «Y a ese hombre, que conforme a los planes y propósitos de Dios fue entregado, ustedes lo mataron, crucificándolo por medio de hombres malvados. Pero Dios lo resucitó, liberándolo de los dolores de la muerte, porque la muerte no podía tenerlo dominado» (Hechos 2.23, 24 DHH).
- Todo el mundo pensó que la vida de Jesús había terminado… pero Dios. Su Hijo estaba muerto y lo habían enterrado, pero Dios lo resucitó.¿Acaso no puede él hacer un cambio completo por ti? “Dios tomó la crucifixión del viernes y la convirtió en la celebración del domingo.” Siento mucho el dolor que te ha causado la vida.
- Siento mucho que tus padres te hayan abandonado. Siento mucho si tu maestra no te prestó atención.
- Siento mucho si te tocaron inapropiadamente, si se burlaron intencionalmente o si te echaron injustamente. Siento mucho que hayas terminado en Egipto.
- No obstante, si algo podemos aprender de la historia de José, es esto: siempre tenemos una opción.
- Podemos vestirnos con nuestro dolor o vestirnos con nuestra esperanza.
- Podemos cubrirnos con nuestra desgracia o podemos cubrirnos con la providencia de Dios.
- Podemos derrumbarnos ante el pandemonio de la vida o podemos apoyarnos en el perfecto plan de Dios. Y “podemos creer esta promesa: «Sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito» (Romanos 8.28 NVI).
Pero puedes estar seguro de algo: Dios tiene un diseño. Él tiene un plan. Todavía no ha terminado, pero, cuando lo haga, el encaje será hermoso. Confiemos de tal manera en la providencia de Dios que también podamos decir lo mismo. Siempre.