
Después oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? Entonces respondí yo: Heme aquí, envíame a mí.
Introducción
Esta clase comienza con una pregunta de Dios ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros?
Al escuchar esta pregunta, uno no puede más que entender que Dios tiene una
urgencia en su voz, porque él estaba buscando a alguien que fuera a llevar su
mensaje.
Un mensajero que fuera fiel, y que lo diera exactamente como él se lo daba.
“Después oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros?
Entonces respondí yo: Heme aquí envíame a mí” (Isaías 6:8)
Este texto en la Biblia es conocido como el llamamiento de Isaías, llamado a ser
mensajero de Dios.
Yo creo que en estos tiempos, la iglesia esta desenchufada a lo que esta sucediendo
alrededor de ella. Las almas se están perdiendo, y no hay muchos que sientan el dolor
que esto le causa a Dios.

EL DOLOR QUE TIENE DIOS EN SU CORAZÓN
• Porque las almas se están perdiendo
• Porque no tiene a quien enviar
• Porque su iglesia esta distraída, con las cosas de este mundo
¿Por qué es que muchos no sienten el dolor que siente Dios?
Será Porque estamos ocupados en nuestras cosas, en lugar de estar ocupados en las
cosas del Señor.
“Entonces él les dijo: ¿Porque me buscabais? ¿ No sabíais que en los negocios de mi
padre me es necesario estar” (Lucas 2:49)
Por esta razón creo yo, que Jesucristo nunca se desvió, porque siempre se mantenía
ocupado en los negocios de su padre.
Y hoy en día, esto es al revés, nosotros nos desviamos por no estar en los negocios de
nuestro padre.
LA CONDICIÓN DE LA IGLESIA (EN GENERAL)
La condición de la iglesia de hoy en día, se puede comparar a la parábola de la gran
cena:
“Y a la hora de la cena envió a su siervo a decir a los convidados: Venid, que ya todo
está preparado. Y todos a una comenzaron a excusarse. El primero dijo: He comprado
una hacienda, y necesito ir a verla; te ruego que me excuses. Otro dijo: he comprado
cinco yuntas de bueyes, y voy a probarlos; te ruego que me excuses. Y otro dijo: Acabo
de casarme, y no puedo ir”
Los tres excusados:
• El que compró una hacienda
• El que compró una yunta de bueyes
• El casado
En ningún lugar he leído yo que la Biblia prohíba alguna de estas tres cosas. Y en si el
problema no esta en ninguna de estas tres cosas, sino en que cada uno de los
excusados le dio prioridad a cada una de estas cosas, antes que darle prioridad al Señor.
Conclusión
Dejemos de hacer excusas y obremos para Dios. Démosle a Dios en el lugar que Él
merece en nuestra vida, y cumplamos con la misión que Él nos ha entregado. Dejemos
de hacer excusas y digamos “Heme aquí, envíame a mí.“