

Vale la pena dar.
Hay un principio universal que funciona, se llama “la ley de la siembra y la cosecha”
y esto es una realidad espiritual. Nosotros vemos esto en este pasaje en términos “refrescantes” cuando das alivio a alguien, también te estás aliviando a ti mismo. Das consuelo a alguien y serás consolado.