
Confía en el Señor
de todo corazón, y no en tu propia inteligencia Reconócelo en to- dos tus caminos, y él allanará tus sendas.

Es nuestro corazón que nos falla muy seguido.
Como pastor, he recibido muchos elogios. Recuerdo oír estas palabras ante el fallecimiento de un hombre de negocios y amigo:
“Debido al estrés y a las presiones que enfrentó en las empresas, su corazón le falló.”