Esa es la forma en que Dios nos da. Tú le das a Él, Él te devuelve más. Lo agita y te da hasta que sobre abunde. ¡Nuestro Dios es un Dios generoso! Cuando eres consciente de la generosidad de Dios, pierdes el miedo de plantar la semilla que te ha dado. El miedo nos impulsa a retener lo que tenemos, pero la fe nos da el valor de depender de Dios y plantar la semilla.